03/10/11
El largo y épico viaje en tren a Uruguay
En la madrugada del sábado, el Tren de los Pueblos Libres llegó por primera vez a Paso de los Toros con diez pasajeros a bordo, en el marco del cronograma de pruebas para ajustar ritmos, procedimientos y trámites burocráticos. El servicio binacional fue lanzado un mes atrás por los presidentes Cristina Fernández de Kirchner y José “Pepe” Mujica con la declarada intención de fortalecer los lazos entre los pueblos. El actual esquema de pruebas buscará llegar al verano con un servicio diario entre la localidad bonaerense de Pilar y Paso de los Toros, en el centro de la República Oriental del Uruguay. Quizás sea por el nombre del servicio o quizás porque la destrucción de los trenes fue algo tan característico del menemismo, el hecho es que el paso del tren viene imbuido de cierta épica. Así lo demuestran las decenas de entrerrianos que salen con banderas argentinas y uruguayas a saludar a la formación, ilustrada con gigantografías de paisajes de los dos países. Pero también es el caso de Humberto y Marcela, que se hicieron unas minivacaciones a las Termas de Salto “para apoyar, de paso, el proyecto de revitalizar los trenes y la fraternidad argentino-uruguaya”. Marcela es docente universitaria y Humberto trabaja en Obras Públicas. Pero no es sólo por fervor integracionista que 48 pasajeros se tomaron el tren, que por el momento tiene una frecuencia semanal. El viaje parte a las ocho de la mañana del viernes y regresa en la madrugada del martes. Norberto, por ejemplo, tiene 66 años y va a Concordia a visitar a su hija, casada con un uruguayo. El pasaje le costó 80 pesos con descuento por jubilado y en ómnibus le cuesta 155. Es que la cuestión económica fue también un factor de aislamiento e incomunicación para muchas familias, que este servicio empieza a resolver. De hecho, tres cuartas partes del pasaje descendió en alguna de las ciudades entrerrianas (Basavilbaso, Villaguay, Concordia) lo que da una pauta de la enorme necesidad de regularizar el tren al litoral. Ya se había hecho un intento con el Gran Capitán, el tren semanal que parte de Chacarita y llega a Misiones. “La ventaja de este servicio respecto del Gran Capitán es que, además de que se va a llegar a un tren diario, los coches vagones son mucho más cómodos”, dice Daniel Lamastra, jefe de opeaciones de TBA que funciona como encargado de las pruebas del Tren de los Pueblos Libres. Los coches fueron comprados recientemente en Holanda y llaman la atención por su andar silencioso. Es que son trenes modernos, sin locomotora, con un motor diesel de gran rendimiento en cada vagón y con capacidad para 64 pasajeros cada uno. En cada cruce de vía con la calle, el conductor hace sonar intensamente la bocina: es un servicio nuevo y los vecinos no lo reconocen aún. Algún despistado cruza sin mirar y pasa muy cerca de la formación. “Por suerte este tren tiene frenos de disco”, dice un pasajero que demuestra conocimientos ferroviarios. Pero esa no es la única característica que delata la novedad. Los boletos se sacan arriba del tren, porque la estación Pilar Urquiza (no confundir con Pilar San Martín, distante a unas siete cuadras) no está habilitada aún. “Después de tantos años de inactividad, hay que tener en cuenta muchas cosas –dice Lamastra– y por eso, después de hacer varias pruebas con el coche vacío hacemos pruebas semanales para ir viendo las necesidades que tiene el público.” De este viaje inaugural, Lamastra anotó varias cuestiones a conversar. El horario, por ejemplo, debe ser eficiente para quienes quieren tomarse un fin de semana. Otra de las cosas que la empresa TBA, concesionaria del servicio, promete mejorar en breve es la comodidad de los asientos, mullidos y nuevos, pero rígidos. Una vez del lado uruguayo, se suben unas diez personas más. Es el caso de Mario, que toma el tren cerca de la medianoche del viernes en Paysandú junto a sus hijos. “Es que la última vez que subí a un tren era un gurí, imaginate, vo, hace más de veinte años”, dice, con innegable acento uruguayo. En el país hermano los trenes sufrieron un abandono incluso peor que en la Argentina. Las vías necesitan una fuerte inversión, al punto de que varios tramos se hacen a paso de hombre. El recibimiento en Paso de los Toros es muy cálido aunque no hay demasiada gente a las siete de la mañana en la desusada estación de un pueblo de 15 mil habitantes. “Esto es histórico”, dice uno de los guardas visiblemente emocionado. Tras casi 23 horas de viaje, los pasajeros sienten lo mismo. Aunque queden muchas cosas por mejorar, el Tren de los Pueblos Libres tiene un largo camino por recorrer. (TA)