30/05/17
Mendoza perdida: el ramal olvidado, que alguna vez fue una arteria principal
El José Néstor Lencinas-Colonia Alvear Norte fue conectividad y desarrollo para la región Este y Sur.
No ha pasado tanto tiempo, 15 años no son nada, después de todo. Sin embargo, para la naturaleza del secano mendocino es suficiente para avanzar sobre lo que fue una arteria de desarrollo. Avanzar sobre ella y casi borrarla. Los alpatacos y los algarrobos ya han crecido entre los durmientes y prácticamente, no se ven. Algunos rieles han desaparecido. Las señales siempre indican vía libre, imposibles de mover por el óxido y porque ya no hay nadie allí que se deba preocupar por ellas.
Durante 90 años, entre 1903 y 1993, el ramal ferroviario José Néstor Lencinas-Colonia Alvear Norte fue conectividad y desarrollo para toda la región este de Santa Rosa, General Alvear y San Rafael. Su cierre dejó casi aislados a pobladores y puestos, y hoy sobreviven solo los más tozudos y aquellos que viven más cerca de los pueblos que han sobrevivido.
Fueron 194 kilómetros por los que se transportaban las más variadas mercaderías, desde petróleo hasta ganado, desde lana hasta cueros. Era vínculo ágil, seguro y económico para todos los pobladores.
Fueron ocho estaciones que ahora se debaten con el olvido.
–¿Cuánto queda desde acá hasta Comandante Salas? –le pregunta el cronista a un hombre de unos 35 años que tiene su casa unos 4 kilómetros al sur de Las Catitas, sobre la ruta 153.
–¿Comandante Salas...? No sé. Creo que mi viejo conocía algún lugar así, pero yo jamás fui.
Un par de kilómetros antes un camionero de edad similar, responde con amabilidad:
–No sé. Yo voy seguido de acá, desde Las Catitas, para el sur. Conozco bien Monte Comán y lo único que tengo claro que hay entre medio es Ñacuñán.
Pero sí, hay bastante más. Lo que ocurre es que desde el cierre del ramal, la vida solo pasa por la ruta y las vías, y las estaciones han quedado metidas campo adentro y van perdiéndose cada vez más entre la vegetación.
En esos 194 kilómetros de vía, con una trocha de poco más de un metro 60, hay ocho estaciones algunas más olvidadas que otras.
José Néstor Lencinas es la ubicada en Las Catitas. Algunas recordarán las que siguen y otros, casi como turismo histórico, podrán detenerse a la vera de la ruta e ir buscando sus restos. Para el sur, la primera que aparece a unos 30 kilómetros, es Pichi Ciego. A otros 30 está Comandante Salas y 30 más allá, Ñacuñán. Luego Arístides Villanueva y más adelante, Monte Comán. Siguen Real del Padre y finalmente, Colonia Alvear Norte. Entre medio hay –hubo en realidad– otros ramales que llevaban a San Rafael, Rufino y Jaime Prats.
A pesar de tener muy poco movimiento desde antes y de haber quedado totalmente abandonada desde 1993, el ramal sigue siendo de la actual Trenes Argentinos Cargas y Logística.
Paisaje
Algunos tramos de las vías han quedado cerca de la ruta, pero otros están más metidos dentro de los campos. Casi todos son ganaderos, algunos con más producción que otros.
Faltan tramos de rieles, durmientes y las estaciones son ruinas, pero aún así todavía se puede presumir la imponencia de las clásicas obras ferroviarias.
De Roca a Carlos Saúl
15 de marzo de 1901. El presidente de la Nación Julio A. Roca y el ministro de Obras Emilio Civit firmaron un contrato con el Ferrocarril del Gran Oeste Argentino para la construcción y posterior explotación del ramal Las Catitas-San Rafael, previa modificación del punto de partida que en el proyecto original era La Dormida.
22 de junio de 1903. Quedó habilitado un primer tramo que incluyó la construcción del puente ferroviario sobre el río Tunuyán, un kilómetro al sur de la estación José Néstor Lencinas.
8 de noviembre de 1903. Se inauguró todo el ramal incluido el que llegaba a San Rafael. El ramal fue utilizado para transportar petróleo desde Malargüe a la refinería de Luján de Cuyo, y también mercadería general y producción de las fincas o bodegas, además de envíos de lana, cuero, cerda de animales y pieles de zorro, además de correspondencia y mercaderías para los puestos.
1993. Cuando ya la actividad era mucho menos que en las décadas anteriores, Carlos Menem pasó el ferrocarril a manos privadas y el ramal fue cerrado.
(UNO).