11/03/16
El apasionante mundo de los trenes en miniatura
Atracciones
Desde finales del siglo XIX fueron Juguetes para niños, crecieron por el auge del ferrocarril y luego evolucionaron hacia los modelos actuales, de gran perfección y realismo. Hoy convocan a turistas y curiosos apasionados del ferromodelismo
Se dice que todo empezó a finales del siglo XIX por el auge del ferrocarril en Europa y el desarrollo de la industria del juguete en países como Alemania e Inglaterra, pioneros a la hora de producir locomotoras y vagones a escala. Inspirados en el diseño de los trenes reales de la época, estos juguetes conquistaron primero a los niños y luego a los padres. Ya en el año 1891 la firma alemana Marklin presentó un juego de trenes que funcionaba a cuerda y corría sobre un sistema de vías que podía expandirse, comprando más rieles o accesorios. El sistema fue imitado por la mayoría de los fabricantes europeos, pero los más creativos vivían entre la necesidad de producir masivamente juguetes para niños o diseñar modelos más realistas y detallados, para un público de conocedores. Entre el juguete y el modelo, los trenes en miniatura evolucionaron con el tiempo.
Un ejemplo de esta evolución fue el pionero inglés Wenman Joseph Bassett Lowke (1877-1953), conocido ya en 1905 por sus pequeñas locomotoras de vapor "real" alimentadas a alcohol, que eran compradas por ricos aficionados o por las empresas ferroviarias, que las usaban para entrenar a sus empleados. En 1909 Bassett Lowke y Henry Green lanzaron "Model Railways and Locomotive Magazine", la primera revista dedicada al ferromodelismo en el mundo. Y así nació en 1910 en Londres el "Model Railway Club", que es el club de ferromodelistas más antiguo aún en actividad. Los socios se reúnen en una sede propia, Keen House, ubicada a metros de la céntrica estación King Cross. El club tiene varias maquetas que recrean la época de las líneas ferroviarias más conocidas de Inglaterra y los socios hacen correr allí a sus trenes. Los visitantes y curiosos son bienvenidos al club, la cita es por las tardes y la entrada es libre y gratuita (www.themodelrailwayclub.org).
Claro que un viaje a Inglaterra, el país donde nació el ferrocarril en 1830, no estaría completo sin una visita al National Railway Museum. Es el museo nacional ferroviario, uno de los sitios turísticos más populares, que funciona en la ciudad de York, a 335 km de Londres. Allí se conservan un millón de objetos relacionados con los ferrocarriles del mundo y su historia, desde fotografías y maquetas hasta locomotoras reales y trenes históricos. Es el caso del "Shinkansen" (el primer "tren bala" de Japón, de 1964) o la clásica locomotora "Flying Scotsman", que corría en los trenes expresos de Londres a Edimburgo en 1923 y batió récords de velocidad. No faltan salones dedicados al ferromodelismo, con maquetas de grandes artesanos. La entrada es libre y gratuita (www.nrm.org.uk).
Los estudiosos de la historia de este hobby cuentan que el inglés Bassett Lowke se asoció muy pronto con los hermanos Ignaz y Adolf Bing, que en la ciudad de Nüremberg tenían la mayor fábrica de juguetes de Alemania. En 1922 los hermanos Bing presentaron las primeras maquetas ferroviarias que se podían montar sobre una mesa, con locomotoras y vagones de escalas más pequeñas. Estas maquetas se podían enmarcar en un paisaje imaginario donde se veían también estaciones, casas y personas, toda una novedad en esos años. Es que hasta entonces, los trenes de juguete corrían sobre el suelo y funcionaban básicamente a cuerda, o quemaban alcohol en la caldera de la locomotora para producir vapor "real". Pero con el diseño de la fábrica Bing, el ferromodelismo entró en la madurez. La electricidad hogareña también impulsó esos cambios, porque desde 1924 se difundieron los trenes eléctricos que podían trabajar con voltajes más bajos y seguros. Al mismo tiempo, otros importantes fabricantes alemanes, como Trix y Marklin, avanzaron en la estandarización de las escalas de los modelos y vías. Ellos lanzaron la escala HO que luego, hacia la década de 1950, se impuso en todo el mundo. Era ideal para los hogares, por su pequeño tamaño y detallismo.
La tradición alemana en el tema se puede palpar hoy en Hamburgo, visitando "Miniatur Wunderland", la maqueta de trenes en miniatura más grande del mundo. Fue creada por los hermanos Gerrit y Frederik Braun en el año 2000, en un edificio cercano al puerto de Hamburgo. Ya es el tercer sitio turístico más visitado de Alemania, apenas por debajo de la "isla de los museos" de Berlín y el castillo de Neuschwanstein, en Baviera. Para muchos, "Miniatur Wunderland" es el paraíso de los aficionados al ferromodelismo: tiene 15 km de vías y 930 trenes que dan vueltas en un área de 1.500 metros cuadrados, donde se han recreado paisajes de Europa y Estados Unidos. El costo de las entradas varía según las edades: 6,50 euros para niños de hasta 16 años, 13 euros para adultos. Los paseos guiados cuestan 15 euros por persona y duran una hora (www.miniatur-wunderland.de).
También en Alemania funciona desde hace tiempo la exposición de modelismo más concurrida de Europa, "Intermodellbau", en la ciudad de Dortmund, ubicada en la histórica cuenca industrial del río Ruhr. Este año la cita es del 20 al 24 de abril. Se presentan más de 500 expositores en 7 enormes salones. Los apasionados por el ferromodelismo encontrarán maquetas diseñadas por artesanos de veinte países del mundo, además de los clubes alemanes que, por caso, recrearon en escala la estación de la ciudad de Lübeck. En "Intermodellbau" también hay espacio para los interesados en modelos de barcos, aviones, helicópteros y autos. Es que la edición de este año reúne más de 20.000 modelos a escala, muchos de ellos con los más novedosos desarrollos de la tecnología digital. La entrada cuesta 12 euros por persona (www.intermodellbau.de)
Además de aquellos pioneros como Bassett Lowke, Bing, Marklin, Trix y Fleischmann, hubo muchos otros fabricantes que hicieron soñar a varias generaciones. Es el caso de la firma inglesa Hornby o los fabricantes Lionel y American Flyer (de Estados Unidos); Elettren y Rivarossi (de Italia); Roco (de Austria); Fulgurex (de Suiza); Jouef (de Francia); o las firmas japonesas Tenshodo y Kato, entre otras.
En 1935 nació en los Estados Unidos la National Model Railroad Association, que alienta aún hoy a los clubes de ferromodelismo en ese país. Los voluntarios de estos clubes, chicos y grandes, comparten la pasión de recrear un ferrocarril y una época histórica. Anualmente, los miles de afiliados a la NMRA hacen una convención nacional, este año será en Indianápolis del 8 al 10 de julio, allí también se hará el tradicional "National Train Show". En un área de 16.000 metros cuadrados habrá espacio para cientos de expositores, coleccionistas, fabricantes nacionales y extranjeros. En fin, los circuitos y maquetas de ferromodelismo cubrirán más de 4.000 metros cuadrados. La entrada cuesta US$ 14 para adultos y US$ 7 para niños (www.nmra.org) .
En los Estados Unidos no faltan museos dedicados a los trenes en miniatura, entre ellos probablemente el más imponente está en California, es el "San Diego Model Railroad Museum"(www.sdmrm.org) ubicado en el Balboa Park de la ciudad de San Diego. En un área de 2.500 metros cuadrados, los aficionados de varios clubes de ferromodelismo de California montaron inmensos trazados ferroviarios en escala, con paisajes y trenes que muestran la historia de célebres líneas locales. Por una entrada de 10 dólares, se accede, entre otras posibilidades, a las maquetas del San Diego & Arizona Eastern Railway o también a una recreación del paso montañoso Tehachapi Pass, una notable obra de ingeniería que conecta el interior californiano de norte a sur. Y a la vista hay varios modelos clásicos de trenes Lionel y American Flyer producidos entre los años 1920 y 1960, para deleitar a los coleccionistas.
También los voluntarios ferromodelistas están en el origen de "The Great Train Story", la maqueta de 330 metros cuadrados ubicada en Chicago, en un pabellón del Museo de Ciencias e Industria. Se hizo a un costo de 3,5 millones de dólares en el año 2002 y los visitantes pueden ver un resumen de la historia del ferrocarril en los Estados Unidos: es un viaje imaginario desde Seattle hasta Chicago, con trenes a escala que atraviesan paisajes de las Montañas Rocallosas, pueblos del Far West, ríos y bosques. Se recrearon además 190 edificios históricos, entre ellos la Union Station de Chicago y la Sears Tower. "The Great Train Story" funciona en el área del museo dedicada a la historia del transporte. Las entradas cuestan US$ 11 para niños y US$ 18 para adultos (www.msichicago.org).
Incluso en Francia hay ejemplos de esta pasión por los trenes en miniatura. Siempre está vigente el Salon de Modelismo de París, que se hará en junio de 2016 en los pabellones de la Porte de Champerret (www.parismodelshow.com) con la presentación de maquetas y modelos de más de 40 clubes franceses dedicadas a los trenes, autos, barcos y aviones. La entrada cuesta 12 euros por persona (www.parismodelshow.com).
Pero hay una cita imperdible y está a escasos 66 km de París, en la ciudad de Rambouillet. Se trata de "Le Musée Rambolitrain", creado en 1984 por Jacques Visbecq y Alain Baldit, dos apasionados coleccionistas y ferromodelistas que con paciencia reunieron 4.000 piezas de todas las épocas, desde el año 1860 al presente. Por caso, aquí están los trenes creados por las fábricas Bing, Carette y Marklin hacia el año 1902, entre otros tesoros. Hay trenes para entretenerse, desde aquellas antiguas locomotoras de 1900 forjadas artesanalmente en hojalata pintada que funcionaban con mecanismos de relojería, hasta las locomotoras actuales hechas de bronce o zinc y equipadas con mandos digitales que pueden reproducir efectos de luces y sonidos de las locomotoras reales. Además, "Le Musée Rambolitrain" tiene una espléndida maqueta de la estación de la Gare de l´Est, que recrea aquel París de 1930 con el movimiento de la estación y su entorno urbano. En los jardines del museo funciona un tren a vapor en miniatura, que pasea a los visitantes, chicos y grandes. La entrada cuesta 3,50 euros por persona (www.rambolitrain.com). (Clarín)