05/06/15
El hombre que revive los trenes a vapor
Gabriel Asenjo recicla máquinas a vapor. Viajamos con él en la famosa Trochita y nos cuenta cómo la reparó y cómo repara cuatro máquinas en Santa Cruz, cuatro vagones en Trevelin, cuatro locomotoras en Jacobacci y rearma una en Bariloche.
Son las 10 de la mañana del último sábado de mayo y el sol empieza a asomar sus primeros rayos desde las montañas, nevadas, de Esquel, en Chubut. En la estación de trenes hay un rumor de turistas ansiosos, hay niños asombrados y hay un ronrroneo cadencioso que la trae hasta la estación. La Trochita frena, tira aire contra la trocha -el espacio entre los rieles- de apenas 70 centímetros de ancho, el que le dio el apodo a este tren, el Viejo Expreso Patagónico, que antes remotaba desde Esquel hasta Ingeniero Jacobacci, en Río Negro, donde empalmaba con otro tren que traia a la gente hasta Buenos Aires.
“Mi pasión siempre fueron los trenes”, rompe el frío Gabriel. Es técnico mecánico industrial y siempre fabricó maquinarias industriales es-peciales. Se asoció al Ferroclub Argentino, donde conoció los rudimentos de las máquinas a vapor hasta volverse un restaurador. Llegó a ser presidente de esa entidad hasta que lo llamaron para trabajar de eso que hacía por puro gusto: revivir máquinas abandonadas. Lleva 15 años haciendo esto. En Haedo reparó un guinche, el 15B, que fue una perlita porque lo reconstruyó casi a ciegas, imaginando las cañerías. La 3341 que está en el Museo Ferroviario de Remedios de Escalada es otra de las perlas de Asenjo. “Todo se puede restaurar”, dice. Y cuenta: “El corazón de la máquina es la caldera. Sigue el chasis y luego los motores. Una máquina de vapor es sencilla: no le sobra nada y no perdona ningún error. El agua sucia tapa un inyector, si se sale una biela también te deja la estación Nahuel Pan, donde el viento corta la cara el medio, obliga a guarda las manos en los bolsillos primero y a guarecernos después en los vagones donde una salamandra quema leña.
Gabriel repara cuatro máqui-nas que unirán Río Gallegos con Río Turbio en un tren turístico. En Trevelin está hacien-do seis coches de madera. En Bariloche pondrá sobre rieles una máquina a vapor y arregló cuatro en Ingeniero Jacobacci. “Hay que mejorar el manteni-miento de este tren, que está en una etapa difícil. Me preocupa mucho el futuro de La Trochita porque está en un estado elemental. Se mantiene operativo, pero por debajo hay muchas cosas que atender”, advierte el hombre que no quiere ver máquinas exhidas como piezas de museo.
Gabriel aplica una mirada aguda de la política ferroviaria. “Argentina no tomó concien-cia de una política nacional de transporte. El ferrocarril es irreemplazable. Es un disparate tener un país tan grande sin tenerlo unido por el tren y teniendo las rutas saturadas de automóviles y de accidentes. Nosotros tratamos de salvar lo viejo. Todos los días de la semana están ocupados por las máquinas a vapor. Esta es mi pasión”, dice. Y le sobra razón. (El Argentino)