11/07/14
En Cipolletti quieren recuperar la antigua estación del tren
Los integrantes de la fundación Cabus Trenes, que tienen la concesión del espacio, buscan poner en valor lo que fue la sala de espera
Lo que en algún momento fue símbolo de orgullo y progreso para Cipolletti, hoy luce sucio y abandonado. En la antigua estación de trenes, ninguno de los valores que marcaron una época parecen estar hoy presentes. Sólo los grafitis que recubren la mayoría de sus paredes externas aportan color a un paisaje desolado y perdido en el tiempo.
La situación no es exclusiva de esta ciudad sino que es una contante que se repite en cientos de lugares donde el tren fue dejado atrás como medio de transporte.
Algunas viejas estaciones se convirtieron en museos, otras en salas culturales. Pero Cipolletti tiene un proyecto más original y ambicioso aunque existe el temor de sufra el mismo destino que el transporte que intenta rescatar.
Es que el municipio entregó en concesión el lugar que alguna vez funcionó como sala de espera del andén en la estación de trenes. La fundación Cabus lo recibió para convertirlo en un homenaje a la memoria y rescatar la historia del tren. Sin embargo, luego de un año y medio, la situación poco ha cambiado.
Por fuera, el aspecto descuidado de la estación se mantiene intacto. Viejas puertas de madera resquebrajadas junto con persianas endebles en paredes despintadas, son el paisaje recurrente. Por dentro, dos personas con el clásico delantal azul, trabajan en una perfecta maqueta ferroviaria a escala. Lo hacen rodeados de antiguos artefactos acumulados por todo el pequeño lugar, que dejan poco espacio para moverse con facilidad. Máquinas de escribir que datan de otra época, viejas sillas apiladas junto a muchas herramientas para cortar madera y partes de maquetas amontonadas que esconden pesadas reliquias ferroviarias.
Los integrantes de la fundación son amantes del modelismo y de los trenes. Tanto que han dedicado gran parte de su vida en tratar de mantener viva la historia ferroviaria. Han construido impecables maquetas e invertido infinidad de dinero de sus propios bolsillos. Pero a pesar de todo, los trámites burocráticos les han jugado en contra.
Carlos Marándolo, presidente de la fundación, enciende un cigarrillo tras otro mientras explica la situación. Desde que obtuvieron la concesión, se trasladaron y abandonaron el local que alquilaban.
La idea era adquirir un contenedor que permitiera alojar gran parte de las cosas y poder refaccionar el lugar. Pero el contenedor sigue en lista de espera. Primero iban a obtener uno cedido pero los trámites quedaron en el olvido. Luego, con ayuda del municipio, lograron comprar uno propio. Sin embargo los gastos de flete eran insostenibles. Por eso se logró que la empresa Ferrosur lo trasladara. Y aunque eso fue hace tres meses, todavía siguen esperando.
Igualmente, Marándolo no tiene ninguna duda que el proyecto saldrá adelante. "Me lo prometí a mi mismo", afirma con ojos vidriosos y mirada penetrante. Habrá que ver si el tiempo le da la razón antes que el olvido vuelva a ganar, una vez más. (Río Negro)