24/04/14

 

Un ramal con trenes nuevos, no modernos

 

A las 6 de ayer, varias decenas de pasajeros caminaban por los largos andenes de la estación Palermo de la línea San Martín. Pacientes, subían a una rudimentaria tarima de caño cubierta por una placa de madera que levantaba el piso alrededor de un metro. Esperaban el tren que horas más tarde sería motivo de anuncio y festejos de la presidenta Cristina Kirchner. En esa parte del andén no hay protección, apenas un techo de 10 metros en un andén de 150.

El tren llegó con una luz blanquísima en la frente y abrió sus puertas automáticas. Arriba. "Próxima estación: Chacarita", dijo una latosa voz española, hermana o prima de las que dan vida a los GPS. Y luego agregó: "Next station: Chacarita".

Hace 2204 días, exactamente el 10 de abril de 2008, los usuarios del entonces maltrecho ramal San Martín amanecieron con una noticia que los ilusionó: el Gobierno anunció el llamado a licitación para electrificar el ramal. El tiempo pasó y aquellos pasajeros se deberán conformar con una versión más modesta que aquella que valió un acto en la Casa Rosada. No habrá trenes eléctricos, sino diésel. Y no habrá aire acondicionado en verano ni calefacción en invierno, sino ventiladores circulares similares a los que tienen los otros ramales ferroviarios.

Aquel día, el Gobierno dijo que ya no iba a haber más trenes diésel en la línea San Martín y anunció una licitación internacional que demandaría una inversión de US$ 650 millones. Se conformó con comprar 24 locomotoras diésel y 160 coches a estrenar a empresas chinas, por un total de 134 millones de dólares.

Las formaciones, cuya compra firmó el entonces secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi, llegaron en el primer semestre del año pasado. Y desde entonces dan vueltas por diferentes ramales. Sucede que los coches chinos no podían circular en la línea para la que fueron comprados, ya que la diferencia entre la altura de la puerta y el andén es de alrededor de un metro. Mientras en China se construían, en la Argentina se debieron haber adaptado los andenes. Seis años después, las obras se iniciaron, pero en la gran mayoría de las estaciones no se han terminado y en algunas ni siquiera iniciado. Entonces se optó por una tarima para igualar las alturas.

Varias formaciones diésel que ayer se presentaron como nuevas circularon en la línea Mitre durante un año. Pero el Mitre, que une Retiro con Tigre, es eléctrico y los trenes a gasoil, que necesitan más tiempo para acelerar y para frenar, suelen ser un estorbo en la vía. No funcionó.

En aquel otoño de 2008, el Ministerio de Planificación Federal llamó a una licitación internacional para la renovación del ramal. Según el anuncio, se colocarían 55 kilómetros de catenarias desde Retiro hasta Pilar. El proyecto contemplaba la instalación de una planta transformadora, la renovación del sistema de señalamiento, la puesta en marcha de un centro de operaciones, la elevación de los andenes, la construcción de un taller depósito, el tendido de fibra óptica paralelo a la vía y la instalación de un esquema de comunicaciones coche-tierra. Para el final dejaron el broche de oro: la eliminación de todos los pasos a nivel desde Retiro hasta José C. Paz. Una verdadera revolución ferroviaria.

Pasaron 2204 días. A las 7 de ayer, el tren frenó en la estación Palermo. Este cronista, después de haber ido hasta Devoto, bajó junto a centenares de personas que hacían crujir la rudimentaria tarima. Tres hombres con la ropa que los identificaba como empleados del ramal miraban y conversaban. Nadie lo pidió y nadie mostró su boleto... (La Nación)


 

 

 


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