05/03/14
A la espera de que la pasión por el tren llegue al transporte por agua
Por los amplios pasillos de los vagones chinos CSR, recién desembarcados en la dársena E del puerto de Buenos Aires por la Administración General de Puertos (AGP), el ministro Florencio Randazzo explicaba, sin tedio y con oficio de vendedor ambulante, los detalles de las unidades que renovarán la línea Sarmiento.
Describía los sistemas alemanes de frenos, la tracción japonesa, el sistema de seguridad sueco (que impide el "acaballamiento" de vagones en caso de accidente) y el señalamiento "paratren" chino. Mostraba en la cabina las dos cámaras (domos) y la pantalla por la que el motorman (observado, a su vez, por el pasaje a través de un blíndex) puede ver las imágenes de 18 cámaras de la formación (dos domos por cada vagón).
Si el peso de la calamidad y las urgencias políticas no integraran esta ecuación, podría decirse que el fervor con el que Randazzo hablaba de locomotoras y vagones es como el de un coleccionista de trenes de juguete.
"Cuando anunciamos las cosas, las cumplimos", señalaba el ministro, y enumeraba: el DNI, el pasaporte, la Agencia Nacional de Seguridad Vial, "y ahora los trenes". Así respondía a la pregunta de cuándo volcaría, él mismo, en persona, la pasión propagandista y la eficiencia que confiesa con los trenes a los postergados ámbitos portuarios y del transporte fluvial y marítimo.
La descarga de los trenes comprados por el Estado, en un muelle operado por el Estado, opacó una irrelevancia aparente: que la draga, también china (que los gobiernos nacional y provincial trajeron al puerto de Mar del Plata por 108 millones de pesos), sufrió roturas en los rodamientos de las cucharas dos días después de empezar a operar. Imitando el fiasco de la Mendoza, se amarró para reparaciones.
Pero Randazzo se refirió, igual, al transporte por agua: "Los costos tienen que bajar. Lo que ahorramos con barcazas lo gastamos en estiba. Y los gremios marítimos tienen que entender que no podemos competir con estos costos desproporcionados. Por eso se van a Montevideo los barcos", reflexionó.
La carpeta para resolver el entuerto del cabotaje está ahí. La tiene Jorge Capitanich para evaluarla con la Presidenta. Contempla un segundo registro, tal vez en Río Gallegos, para mitigar el impacto impositivo, y una solución al tema aduanero, que contemple la exportación como cumplida desde el primer puerto de embarque. (La Nación)