30/01/14
Un servicio del Primer Mundo entre las viejas formaciones
A las 16.30 en Constitución, como de costumbre hay largas colas en las boleterías. Sin embargo, entre ellas sólo una llama la atención: no se ve ni a una persona esperando en la ventanilla que indica “Exclusivo venta Servicio Diferencial a La Plata”. Luego de comprar el boleto y casi una hora antes de la partida, la formación ya espera en el andén. Los asientos son numerados pero tampoco hace falta, aún los vagones están vacíos. Al poner el pie dentro de la formación, las sensaciones son totalmente distintas a las que se viven en la terminal de trenes. El aire acondicionado, la limpieza y el silencio del vagón, llaman la atención a cualquier desprevenido que se suba por primera vez al tren. Desde la ventana, se puede ver a una inmensa cantidad personas que, como olas sin pausa, corren acaloradas para no perder los trenes que salen del resto de los andenes. Pero desde el diferencial de La Plata uno se olvida de los amontonamientos y la inseguridad. El tren ofrece por menos plata de lo que cuesta una gaseosa un servicio que supera las expectativas, semejante a los medios de transporte del Primer Mundo. A medida que el vagón se llena, se escuchan innumerables comentarios aprobatorios.
“No lo puedo creer”, dijo un pasajero maravillado apenas subió al vagón. Otros muchos sacan fotos y eligen celosamente su lugar. Ya en marcha, el silencio persiste y no es necesario, como en tantos otros medios de transporte, subir el volumen del auricular. Los paisajes desoladores que se divisan desde la ventana parecen ajenos al tren, como una cápsula desde donde se miran realidades distintas. Los asientos son muy cómodos y cada uno tiene una mesa donde apoyar diarios y libros, como los micros de larga distancia. (Clarín)