25/10/13
Pese al anuncio del Gobierno, el traspaso demandará un mes
Mientras tanto, la operación del servicio seguirá en manos de empresas privadas. Hay que hacer, entre otras cosas, el inventario de bienes y aún no se terminó el de TBA, que dejó los trenes en 2012.
Al igual que otras medidas lanzadas de manera rimbombante y que después no se concretaron o quedaron a mitad de camino, ayer el Gobierno no pudo hacerse cargo de la operación plena del ferrocarril Sarmiento, tal como había anunciado en forma sorpresiva un día antes el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo.
El traspaso de la línea que une la Capital con la zona Oeste del Gran Buenos Aires a la operadora estatal SOFSE y a la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) que el ministro dio como un hecho inmediato demandará, como mínimo, un plazo de 30 días de trámites administrativos, legales y regulatorios.
Mientras tanto, los servicios del Sarmiento seguirán en manos de la UGOMS, la operadora privada integrada por las concesionarias Metrovías y Ferrovías que fue desplazada por Randazzo por no haber cumplido, supuestamente, con determinadas normas de seguridad y chequeos de los maquinistas.
La confusión generalizada que envolvió ayer a los técnicos de la UGOMS y de las dos empresas estatales del sector y la falta de directivas claras del área de Transporte pusieron al descubierto que la “estatización” del Sarmiento no fue una medida debidamente planificada, sino más bien una reacción intempestiva del Gobierno ante las fuertes críticas que viene recibiendo de los usuarios y de la oposición por el último accidente registrado en la estación Once.
Sin haberle informado a la presidenta Cristina Kirchner que sigue “en reposo médico posoperatorio”, ni a Amado Boudou que está transitoriamente a cargo del Ejecutivo; Randazzo comunicó el miércoles en la Casa Rosada que el Sarmiento dejaba de ser operado por manos privadas para retornar de inmediato a la órbita del Estado.
El anuncio –realizado a solo cuatro días de las elecciones– también incluyó nuevas medidas de seguridad y control. A partir de ahora, los maquinistas deberán someterse a exámenes psicofísicos y psicológicos similares a los de los pilotos. Además, los guardas tendrán que acompañar al motorman en la cabina desde la anteúltima estación hasta la finalización del viaje. Y los trenes reducirán su velocidad de ingreso a las terminales a 5 km/h en los últimos 300 metros.
Lejos del desembarco estatal pleno que prometió Randazzo, ayer las autoridades de la SOFSE y la ADIF sólo tuvieron una reunión preliminar con la UGOMS para ver como se instrumentará el traspaso del Sarmiento. Por su parte, otros funcionarios de la subsecretaría de Transporte Ferroviario que fueron a explicar los cambios a los talleres de Liniers y Castelar se toparon con los reclamos de los trabajadores por las promesas de mejoras que nunca se cumplieron.
Pese a la firmeza que mostró al anunciar la estatización, Randazzo aún no publicó la resolución que da de baja a la UGOMS y pone como nueva operadora del Sarmiento a la SOFSE.
De acuerdo con los datos obtenidos por Clarín, la transferencia no se puede concretar de un día para otro y requiere la realización de una serie de trámites vinculados con los siguientes aspectos clave: el inventario de los bienes y equipos (aún no se terminó el correspondiente a la ex TBA), la rendición de cuentas y el balance final de la operadora privada, los convenios con las empresas que prestan servicios complementarios, el resguardo de la documentación técnica y la contratación de los seguros.
En el caso de la SOFSE, la principal duda es si con su limitada experiencia al frente de un puñado de servicios en Salta, Chaco y Buenos Aires se encuentra en condiciones de operar los 226 trenes que conforman el diagrama diario del Sarmiento que utilizan unas 300 mil personas. (Clarín)