11/09/13
Otro accidente ferroviario que patentiza la profunda decadencia en el servicio
El choque en un cruce ferroviario de Tolosa de un micro repleto de pasajeros –la mayoría de ellos menores de edad- y un tren carguero, en un episodio ocurrido el lunes pasado, que había dejado, hasta ayer, el saldo de 16 heridos de distinta consideración, no sólo se suma a una sucesión ciertamente desafortunada de accidentes sino que, en este caso, por las circunstancias en que ocurrió, patentiza de manera elocuente el grado de profunda decadencia en la que ha caído el servicio que presta el ferrocarril en nuestro país.
Tal como se informó, el choque se produjo en el cruce ferroviario de 527 y 116 entre el tren carguero que provenía de la planta de Propulsora, en Ensenada, y se dirigía a la planta que esa empresa siderúrgica tiene en la localidad bonaerense de San Nicolás, y un colectivo de la línea Norte, en circunstancias que las pericias judiciales y administrativas determinarán.
Pero los numerosos testimonios vecinales aludieron al rudimentario sistema de seguridad que se emplea para permitir el paso del tren por esa zona densamente poblada. El increíble procedimiento para organizar el tránsito cada vez que pasa el tren es el siguiente: ante la carencia de barreras, un policía adicional que viaja arriba de la formación se baja poco antes de que ésta llegue a cada cruce, se para a un costado de las vías y le hace señas a los automovilistas para indicarles que se apresta a pasar una formación. Y una de las instancias que se investigan es si el choque fue consecuencia de una mala interpretación de las señas entre el policía y el chofer del colectivo.
Los vecinos señalaron que, desde hace mucho tiempo, habían previsto que podía ocurrir un accidente de esta naturaleza y que así lo habían hecho saber a las autoridades del ferrocarril, reclamándose asimismo que se instalaran barreras en todos los cruces y que se adoptaran también otras medidas de tipo preventivo.
Tal como se dijo en esta columna reiteradamente, lo que origina una enorme preocupación es advertir que este tipo de accidentes –algunos de los cuales se tradujeron en verdaderas tragedias, causantes de muchas muertes- pueden volver a ocurrir, en cualquier momento y en cualquiera de las líneas ferroviarias. Y también, por supuesto, en los ramales que corren por nuestra región, caracterizados todos, desde hace mucho tiempo, por una deficiente estructura y una total obsolescencia.
Lo cierto es que las crónicas diarias han venido aportando en los últimos tiempos datos sobre muchos accidentes ferroviarios, demasiados como para que las autoridades no decidan encarar la toma de medidas de fondo que necesita un servicio, tan vital y bien atendido en los países más avanzados como incomprensiblemente olvidado en el nuestro.
Resulta ya demasiado evidente que no han existido inversiones durante décadas, que el sistema se encuentra virtualmente desmantelado, que no hubo renovaciones del material rodante y que, en definitiva, no se han impulsado políticas para modernizar el servicio. El pasajero no tiene siquiera las condiciones mínimas de seguridad para viajar. Los choques y descarrilamientos son una demostración, peligrosa y elocuente, de las deficiencias en un servicio que, desde hace largo tiempo, reclama del Estado una mayor atención. (El Día / La Plata)