07/12/12
Una escuela de capacitación laboral se instaló en la estación de Pozo Hondo
La última -o primera- parada del oeste santiagueño, en el límite con Tucumán, se construyó en 1892 y quedó desactivada en 1993. Era una escala clave del ramal Añatuya-La Quiaca, con combinación al C-8 en Las Cejas.
El patio, el horno de barro, la pirgua (sirve para guardar alimentos en el campo) y la tusca caracterizan el entorno de las casas de Pozo Hondo, en Santiago del Estero. En ese trapecio de más de 40 manzanas, hacia el oeste se encuentra la última (o primera) estación ferroviaria santiagueña del ramal Añatuya-La Quiaca. Es el trazado férreo que en Las Cejas (Tucumán) combinaba con el ramal C-8, hacia el norte. Atravesaba Gobernador Piedrabuena, Gobernador Garmendia, Rapelli, Antillas, Siete de Abril y Rosario de la Frontera, entre otras escalas.
Casi dos décadas
"El último tren que anduvo por aquí, si la memoria no me falla, habrá sido en la década del 90. Ah... pero después pasaron, aunque en forma espaciada, algunos cargueros, que iban por acá cerca nomás. Hasta que un día ya no vimos ninguno", dijo Andrés Américo Carabajal, de 75 años, con un dejo de melancolía en la mirada.
El hombre de silueta gruesa, andar cansino, cabeza blanca y sonrisa fácil, trabajó en la sección Vías y Obras, del '64 al '93. Vive a dos cuadras de la parada ferrocarrilera del municipio cabecera del departamento Jiménez, de la provincia vecina. Pozo Hondo era una escala que se caracterizaba por contar con un gigantesco tanque de agua. "Era la envidia de otros pueblos de por aquí", acotó al respecto Carabajal.
En buen estado
La estación de estilo inglés se conserva en muy buen estado, en un predio de cuatro hectáreas. En sus dependencias funciona una escuela de capacitación laboral (herrería, plomería, albañilería, etcétera), que depende de la municipalidad poceña. Y en gran parte de lo que era la playa de maniobras se erigió un paseo público, con juegos infantiles, areneros y prolija parquización. Hacia el este, un paso nivel, próximo a una columna de señalización, y los residuos de un riel delimitan el inicio del predio.
"Los sábados a la noche volvían a Pozo Hondo todos los que trabajaban en la zafra tucumana en los ingenios Cruz Alta y San Antonio, de Ranchillos. Era una romería de gente, amigo. Solo uno o dos venían sanos, porque la mayoría de los que bajaban del tren llegaban tomaditos. ¡Bah, mejor dicho bien machaos!", recordó Américo, a quien no le agrada mucho que lo llamen por su primer nombre (Andrés).
Un lugar de encuentro
"Pero eso era una anécdota. Si bien es cierto este pueblo creció mucho con el ferrocarril, ya existía cuando se construyeron las vías. En la estación se encontraba la gente, se citaban los novios, se reunía la changada y también los vecinos se rebuscaban. Las mujeres y los chicos vendían cosas dulces y saladas, pájaros, animalitos, adornos de madera... En fin, todo lo que servía para sumar unas monedas más para el pan de cada día". Como una mariposa que suspira por sus alas, Juan José Borda explica los orígenes de Pozo Hondo. "¡Cosa curiosa, hombre!", increpa Américo refiriéndose a Borda. "Tenía que venir a radicarse aquí un tucumano -añadió- para que se ocupara de contar nuestro pasado". Es que Borda, oriundo de Lastenia, como director de Catastro y Planeamiento de ese municipio de tercera categoría, creado en 1991, escribió un libro sobre Pozo Hondo.
El funcionario-historiador asevera: "estoy seguro de una cosa; el ferrocarril no fundó el pueblo, pero sí le dio estructura contemporánea. La fiebre del transporte ferroviario llegó hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX. Todos quería usar ese servicio. Incluso familias enteras viajaban a Tucumán en tren solo para sacarse una foto en la plaza Independencia y regresar".
"Además -se explayó-, fueron muchos más los que advirtieron la necesidad de mudarse en torno de la estación, donde se conformó el primer caserío. Aunque un poco desordenado, con calles oblicuas y tortuosas, más parecido a una aldea medieval".
El ferrocarril llegó a Pozo Hondo en 1890, pero a principios del 1700 ya había algunas casas, y dos calles en 1867. La estación se construyó en 1892 y se desactivó en 1993. Solo queda una vía. (La Gaceta)