29/08/12
El certificado de atraso, moneda corriente de un servicio anárquico
Antes lo daban ante el pedido del pasajero. Pero ahora se ofrece en una mesa con un sello de TBA, la anterior concesionaria.
No es el Kilómetro 0 de la Ciudad. Pero sí el de la estación Miserere, la cabecera de la ex línea Sarmiento. Enorme, lugar de paso de masas en cruce permanente, el hall de la terminal de Once se muestra como un lugar donde hoy todo pasa... a medias. Hasta antes de la tragedia del tren que chocó contra el andén 2 y dejó 51 muertos y 700 heridos, las partidas y las llegadas funcionaban en su rutina, o al menos con algunas demoras. Pero después de ese terrible miércoles 22 de febrero, todo cambió. A las medidas tan conocidas (los recambios en los puestos políticos, la quita de la concesión a TBA y los recortes en los servicios por obras –esas obras tan necesarias– en las vías) ahora también se suma la suspensión de los trenes diferenciales. Eran trenes que salían con diez servicios diarios y que, algunos, habían sido inaugurados por la presidenta Cristina Kirchner. Pero hoy no andan. Y como casi todo en la estación, ni siquiera hay datos concretos sobre cuándo volverán a rodar.
Incluso el enorme cartel que solía anunciar una tras otras las salidas funciona a medias. Apenas un aviso, cada tanto, sobre algún que otro tren. Es demasiada suerte: en otras estaciones intermedias los pasajeros no saben cuándo ni mucho menos cómo van a viajar. El tren puede venir con retraso, pero a veces, sobre todo en las horas pico, es imposible poder subirse a un vagón. En Miserere queda el registro, amarillo y desgastado, de aquella puntualidad inglesa que alguna vez honró a los ferrocarriles: sobre uno de los pasillos, dos cuadros enormes todavía marcan cada uno de los horarios en cada una de las paradas. La fecha: 2008.
La desidia, el fastidio, y la falta de información es lo que más abunda en el hall de Once. No hay boleteros por un paro, se puede viajar gratis o con la SUBE según la voluntad del pasajero, y para que no haya quejas por la improvisación, un curioso papelito se ofrece gratis y sin hacer fila a todo aquel que necesite justificar el estado de los ferrocarriles en su trabajo: para no perder el presentismo, o para llevarlo de comprobante de la desidia en la que se viaja. El certificado está firmado por TBA aunque la empresa ya no esté al mando del Sarmiento y da fe de que el tren que llegó a tal hora, debía haberlo hecho a otra. La firma de un empleado le da una rara validez, que, a simple vista, se agota con mirar el membrete de la fantasma TBA.
En esa misma estación, hace un mes cortaron los diferenciales que iban hasta Ramos Mejía, Haedo, Castelar, Merlo, Moreno, Rodríguez, Luján y Mercedes. Eran servicios con tres coches doble piso, Wi-Fi y pantallas para ver películas. Pero la empresa nunca informó que los iba a sacar y recién hace unos días devolvieron el dinero de los abonos. Hoy, queda como único dato un pequeño cartel en una sola boletería (que está cerrada igual que todas) en el que advierten que “no hay diferenciales”. Pero los horarios todavía están en la web. “Los sacaron por el estado de las vías”, dicen en el Centro de Atención al Pasajero: en ese mismo lugar cada día se juntan cientos de personas para preguntar cómo pueden hacer para volver a casa. Agotados y fastidiados por la desidia. (Clarín)