23/08/12
Tres partes interesadas que declararon una tregua
Pasaron seis meses y no pasó nada. Las concesiones de los ramales de trenes Mitre y Sarmiento, ahora estatizadas pero gestionadas por privados, siguen prácticamente igual que cuando estaban en manos de los ex amigos del Gobierno Claudio y Mario Cirigliano. El Gobierno, los empresarios que explotan los ramales y los empleados saben que es imposible revertir semejante estado de decadencia en pocos meses. De ahí que los tres ejes de la concesión mantengan una suerte de tregua y complacencia mutua mientras todo siga como está. Nadie protesta; nadie levanta la cabeza. El Gobierno eligió a los hermanos Cirigliano (dueños de Trenes de Buenos Aires) como culpables de la situación actual. Uno de ellos, Claudio, incluso estuvo detenido por las derivaciones de las causas que se desprendieron después de aquel choque. Los gremios, que fueron los grandes voceros de las fallas sobre las que se asentaba el servicio, ya no se ocupan de los peligros de los trenes ni de la seguridad de los pasajeros. Aquellas preocupaciones cedieron. Los nuevos concesionarios (los grupos Emepa y Roggio) poco pueden hacer para cambiar la cosa. Son gerenciadores de un servicio que heredaron y, como si fuera poco, se enteraron de que iban a explotarlo minutos antes de que lo hiciera la prensa. El apuro por sacar del medio a Cirigliano fue tan grande que hubo poco tiempo para preparar lo que vendría luego del anuncio. Desde el 24 de mayo pasado, cuando TBA dejó de tener la concesión de los ramales, el tiempo se usó para afinar las responsabilidades y los alcances del nuevo esquema. La Unidad de Gestión Operativa Mitre Sarmiento (Ugoms), conformada por Roggio y Emepa, es la gerenciadora. Los ejecutivos de la empresa y el Gobierno se tomaron poco más de dos meses pare delimitar las responsabilidades de uno y de otro. La seguridad fue uno de los temas clave en la discusión. ¿Quién pagaría y quién asumiría culpas de circular con un servicio en condiciones de emergencia? Fueron semanas de borradores. Finalmente el contrato se firmó. Y pese al pedido de LA NACION, el contenido del documento, que establece entre otras cosas los subsidios y las remuneraciones para los nuevos concesionarios, ha pasado a ser un secreto de Estado. Tan ardua fue la negociación que el Estado dejó de girar el dinero mínimo para el mantenimiento de vías, trenes y señales. Y semejante impasse en una infraestructura tan desgastada se hizo sentir. Los accidentes se sucedieron, especialmente en la línea Mitre, y seguramente seguirán. Es verdad que no han tenido la dimensión de la tragedia de Once, pero hace pocos días una formación salió de las vías y terminó barriendo con uno de sus vagones una columna de señalización. La Ugoms, el Estado y los gremios tendrán cada vez menos crédito. Según pudo saber LA NACION, los concesionarios ya recibieron dos pagos de 30 millones de pesos para atender la mantención mínima. Mientras tanto, se discontinuaron los trenes nocturnos con la excusa de tareas de mantenimiento que se realizarían de noche. Obviamente, la Secretaría de Transporte anunció un plan de obras para encontrar soluciones rápidas a problemas complejos. Serán tiempos complicados para los que tengan que explicar por qué se llegó a este estado. Pero lo serán más para los usuarios, que verán que más allá de las promesas sólo el paso del tiempo y la planificación podrían revertir el deterioro actual. (La Nación)