19/04/12
Así, cualquier accidente era posible
El Gobierno que ha decidido asumir el control de YPF es el mismo Gobierno al que en la Justicia acaban de acusar de “complicidad criminal” por la tragedia de Once. Y dos de los funcionarios denunciados, Jaime y Schiavi, han sido hombres clave de De Vido, el interventor que Cristina Kirchner designó en YPF. No es precisamente un antecedente que despierte confianza sobre la gestión oficial en la petrolera. El peritaje sobre la tragedia que causó 51 muertos es contundente. Dice que “resulta evidente que la mayor parte de las unidades (del Sarmiento) se encuentra con mantenimiento diferido”, o sea, sin mantenimiento. Y que “la falta de mantenimiento preventivo implica un riesgo en la seguridad de la operación”. En otras palabras, cualquier accidente era posible.
Estas son responsabilidades de la empresa, también acusada de complicidad criminal, y del Estado. Por lo que le toca al Estado, la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) que depende de De Vido debe vigilar el cumplimiento de las normas de seguridad ferroviaria, fiscalizar el mantenimiento de estaciones y coches y controlar la calidad de los servicios. Está claro que o no lo hizo o lo hizo mal. El peritaje comprobó además que salvo el del guarda, los frenos que usaba el maquinista funcionaban y que en el último tramo había desconectado el dispositivo de emergencia de “hombre muerto”. Esa es la parte nada menor por la que tendrá que responder el conductor. Pero el accidente no habría ocurrido si el tren hubiese contado con el servicio ATS (After Treatment System) de frenado automático a distancia. No estaba instalado porque después de un anticipo a Siemens, se frenaron los pagos para la modernización de las señales en el tramo Once-Moreno. Esa demora consumió ya cuatro años.
Con todo esto, era insólito que el Gobierno se presentara como damnificado ante la Justicia. Ahora es lo que nunca dejó de ser: corresponsable de la tragedia. (Clarín)