06/02/12
Como en los tiempos de Menem
Pero por donde se lo mire, no es lo mismo concederle al Gobierno el status de querellante en la causa por la tragedia de Once que impedirle transitoriamente salir del país a funcionarios y directivos del ferrocarril Sarmiento, como ha resuelto el juez Bonadio (Ver: Les prohíben salir del país a Schiavi y los dueños de TBA). A menos que piense que Claudio Cirigliano, uno de los dueños de TBA; el secretario de Transporte Schiavi o el jefe de la CNRT vayan a fugarse, el juez sólo ha dado un golpe de efecto. Y lo hace después de que víctimas del accidente pidieran que se aparte del expediente por aceptar que el Gobierno, acusado de no garantizar la seguridad, se presente como damnificado. Bonadio debe investigar qué causó el accidente. Si fue un error del maquinista o un problema técnico. Y si hubo responsabilidad oficial. Lo que está ya probado es la dramática falta de inversiones y de controles en los servicios . Basta con hacer un solo viaje en el Sarmiento para saber que eso es así. También, que el Gobierno en los casi nueve años que maneja la política ferroviaria, desestimó denuncias y advertencias de organismos públicos y hasta de la propia empresa sobre fallas y riesgos para los usuarios. Pese a todo, el juez autorizó que De Vido sea querellante, cuando los hombres de su ministerio pueden ser responsables. Pasó de victimario a víctima y le dio derecho a examinar desde adentro la investigación, proponer pruebas y apelar decisiones. El diputado Garrido, ex jefe de la Oficina Anticorrupción, recordó que el mismo juez siempre se había opuesto a que ese organismo actuara como querellante. Paradojas de la justicia independiente. También lo es que Schiavi y otros funcionarios, el jefe de la CNRT, gerentes y Cirigliano deban pedirle permiso al juez para viajar al exterior, pero puedan continuar al frente del ferrocarril. Bonadio encontró razones suficientes para sospechar sobre la actuación de todos ellos y deja que sigan como si nada a cargo del servicio. (Clarín)