09/06/11
Estación Rodolfo Walsh
HIJOS, los delegados del subte y otras  agrupaciones rebautizaron la estación de San Juan y Entre Ríos, donde fue  secuestrado Walsh. Proyecto en la Legislatura para que el cambio sea permanente
Alicia apoyó el libro  sobre su morral y levantó la vista, ese chequeo automático cuando el tren para,  mirar rápido a ver si es su parada, si ya se pasó o si todavía falta. “Estación  Rodolfo Walsh (ex Entre Ríos)”, leyó en el cartel. Los pocos segundos de detención  fueron suficientes para estirar la mano y tomar un volante que le entregaron  desde el andén. Y así fue testigo de la intervención visual de esa estación de  la línea E, que ayer a mediodía le cambió el nombre en un operativo de homenaje  al Día del Periodista, ideado y concretado por el Sindicato del Subte, la  Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro, el Grupo de Arte  Callejero (GAC) e HIJOS Capital.
Miembros de estas organizaciones,  acompañados por Taty Almeida, de Madres del Plaza de Mayo Línea Fundadora;  Vilma Ripoll, del MST Nueva Izquierda, Carlos Pisoni, de HIJOS; Patricia Walsh,  hija del periodista, escritor y militante; Ana Longoni, especialista en arte y  política, y Néstor Segovia, delegado de la línea C, bajaron las escaleras de la  estación Entre Ríos pocos minutos después de las 13. Llevaban los carteles  adhesivos para cambiar la señalética de los andenes, con la misma tipografía  que usa el subte. La estación no fue elegida al azar. Arriba, en la esquina de  Entre Ríos y San Juan, una placa recuerda el sitio donde Walsh habría intentado  resistirse al secuestro y fue baleado por la patota de represores que luego lo  llevó a la ESMA. Mientras los delegados del Subte tapaban los carteles  luminosos con el nuevo nombre, el GAC colocaba gigantografías en vinilo en los  escalones con la frase de Walsh “las paredes son la imprenta del pueblo” y dos  retratos del rostro del escritor que quedaba armado sobre la escalera.
La acción planeada por  Beto Pianelli, delegado de la línea E, y Miguel González, secretario de  Derechos Humanos del nuevo sindicato del Subte, apuntó a “generar consenso para  el cambio institucional del nombre”, explicó Caro Golder, del GAC. De hecho,  ayer la diputada porteña Gabriela Cerruti (Nuevo Encuentro) presentó en la Legislatura  un proyecto de ley en tal sentido, según confirmó Pisoni a Página/12. Si  prospera será la empresa Metrovías la que tendrá que costear la nueva  señalética de esa estación. Hasta última hora de ayer la obra no había sido  tocada, pero los intervencionistas imaginaban que a la hora de la limpieza  seguramente sería quitada. Los metrodelegados quieren cambiar los nombres a  otras estaciones, como Carranza y Varela; ponerle Tupac Amaru a Plaza de los  Virreyes y designar con nombres de luchadoras populares a las futuras  estaciones de la prolongación de la línea E, entre Plaza de Mayo y Retiro.  Mientras un par de integrantes de El Colectivo de prensa y de la revista  Underground limpiaban los escalones con detergente para poder adherir las  imágenes, algunos pasajeros se acercaban a preguntar. “La gente recibió el  volante, nadie se quejó, y como Walsh es una figura emblemática despierta  adhesión”, agregó Golder. Patricia Walsh dijo que a su “viejo” le hubiera  encantado la intervención y rescató la lucha de los metrodelegados. Mientras el  tren se alejaba, Alicia llegó a leer un friso de vinilo con otra frase de  Walsh: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores  no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha  debe empezar de nuevo, separada de las anteriores, la experiencia colectiva se  pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada  cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se  quiebre el círculo...”. (Pag.12)
    
