03/05/11
Denuncia de sabotaje y cruce político por la quema de trenes
Un descarrilamiento en Flores generó demoras y también violencia. Hubo incendios en Haedo, Ramos, Ciudadela y Liniers. El Gobierno dijo que fue “premeditado” y vinculó a Pino Solanas con los hechos.
Otra  vez el ferrocarril Sarmiento fue escenario de violencia y destrozos. Cuatro  personas fueron detenidas y 14 vagones terminaron incendiados luego de que  distintos grupos de personas atacaran los trenes en cuatro puntos distintos de  la línea, por una suspensión del servicio debido a un descarrilamiento. Para el  Gobierno y la empresa TBA se trató de un sabotaje, aunque desde el gremio La  Fraternidad, de los maquinistas, denunciaron que la vía está mal mantenida. La  tensa jornada provocó también cruces políticos. Por un lado, el jefe de  Gabinete Aníbal Fernández acusó a Fernando Pino Solanas de estar detrás de los  incidentes a los que calificó de “premeditados”. Por el otro, desde distintos  sectores de la oposición responsabilizaron al Gobierno por la falta de  inversión en los ferrocarriles (ver Aníbal...). 
      Por los incidentes, el servicio no volverá a funcionar normalmente en lo que  queda de la semana. Según explicaron en TBA, hoy el Sarmiento tendrá una demora  de entre 12 y 15 minutos, cuando lo normal es ocho. Y recién el viernes o lunes  se podrá volver a los tiempos normales.
      Todo comenzó a las 6.37 de la mañana, cuando un tren que acababa de salir de  Once descarriló a la altura de la calle Terrada, en Flores. Según TBA,  constataron que faltaban los bulones de sujeción de los durmientes, que habían  sido retirados adrede, según la empresa y el Gobierno denunciarían después.  Como en el tramo entre Caballito y Floresta el Sarmiento tiene sólo dos vías  (en el resto del tendido son cuatro), el servicio quedó interrumpido, y el tren  sólo corría entre Moreno y Liniers, aunque con retrasos.
      Las demoras fueron aumentando la bronca entre los pasajeros. Hasta que a las  8.40 se desató la locura. Tanto en la estación Haedo como en Ramos Mejía, los  maquinistas y guardas fueron insultados y agredidos (aunque no sufrieron  heridas) y tuvieron que salir de los andenes. Para algunos, los que iniciaron  los incidentes eran pasajeros, pero el Gobierno sostiene que fueron  infiltrados.
      Como los trabajadores huyeron para protegerse, los trenes quedaron abandonados  en la vías. Y fue entonces cuando los violentos comenzaron a incendiarlos: a  las 8.40 quemaron cuatro vagones en Haedo, cinco minutos después incendiaron  otros cuatro en Ramos Mejía, a las 9.05 prendieron fuego cuatro coches de dos  formaciones distintas en Ciudadela, y a las 9.10 incendiaron otros dos que  estaban bajo la General Paz, casi a la altura de Liniers. 
      De los 14 vagones atacados, al menos cinco quedaron con daño total, y otros dos  son los llamados “cabeza”, donde va al maquinista, que son las más difíciles de  reemplazar. Cada tren tiene nueve vagones. Además, de acuerdo a Transporte,  hubo gente que arrojó máquinas expendedoras de boletos a las vías, y que rompió  las cámaras de seguridad de las estaciones. Y Gendarmería secuestro bidones de  combustible. La denuncia que realizó TBA cayó en el juzgado federal de Morón,  de Carlos Silva. 
      La Policía detuvo a cuatro personas, aunque por la tarde en la Justicia confirmaron  a que los demoraron por robo de monedas y otros delitos, pero no por haber  provocado los incidentes.
      Rápidamente, el Gobierno habló de sabotaje. “La gente no comete espontáneamente  esta locura. Esto es una situación absolutamente premeditada y con algún grado  de organización”, aseguró el secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo  Schiavi. Otras fuentes consultadas por Clarín indicaron que a la indignación  diaria de los usuarios se les suele sumar agrupaciones políticas y piqueteras  de izquierda propensas a generar incidentes. Y que la situación gremial en la  Unión Ferroviaria –con su jefe político José Pedraza preso– también suma  tensión.
      Tras la violencia y cuando aún los Bomberos combatían el fuego el subjefe de la  Policía Bonaerense, Hugo Matzkin, llegó hasta Haedo para coordinar los  distintos peritajes que se hicieron en esa estación y en Ramos Mejía, Ciudadela  y Liniers. Matzkin aseguró que en el momento de los incidentes había alrededor  de ocho mil personas entrando o saliendo de esa estación. Por la tarde, en  medio del despliegue policial en los andenes, todavía quedaba olor a quemado y  se podían ver chapas incendiadas, y las boleterías destrozadas por los golpes,  las patadas y el fuego. A esa altura, poco antes de la hora pico, los pasajeros  que pudieron usar el Sarmiento repetían la indignación por el mal estado del  servicio.
      En La Fraternidad, el sindicato de los conductores de trenes, dieron una  versión distinta a la oficial. Su secretario de Prensa, Horacio Caminos, le  dijo a Clarín que “Schiavi habla ahora de atentados, pero hace dos semanas  denunciamos que la empresa TBA no hace el mantenimiento y que la  infraestructura del Sarmiento se encuentra en un estado deplorable, con vías  que no están correctamente sujetadas”. (Clarín)
    
