29/06/18
Subtes envenenados: el asbesto no sólo está en la Línea B, también en las C y E
Un estudio realizado por el Departamento de Geología de la Universidad Nacional del Sur determinó que hay contaminación en las formaciones Nagoya 300 de la Línea C, en las formaciones Mitshubishi de la B y también en la E.
El trabajo se dio a conocer luego de la represión a los  trabajadores del subte en la última semana del mes pasado, mientras llevaban  adelante una huelga. Además, esa semana, un trabajador murió de cáncer,  posiblemente relacionado con la exposición de asbesto y se han reportado otros  cinco casos de esa enfermedad.
      El asbesto, también llamado amianto, está conformado por un  grupo de minerales metamórficos fibrosos, que debido a su bajo costo es  utilizado en materiales de construcción y aplicaciones industriales por sus  propiedades aislantes y de resistencia al calor. Es un material termo-eléctrico  resistente que ante exposición prolongada puede provocar cáncer con una alta  tasa de mortalidad. En la Argentina, está prohibido desde el año 2000, a través  de las Resoluciones N° 845 y N° 823, del 2001.
      El análisis, a cargo de la doctora Leticia Lescano, docente e  investigadora de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de  Buenos Aires, quien realizó su doctorado sobre contaminación ambiental con  asbestos, contó con más de 50 muestras en diferentes flotas.
      El 28 de mayo, la Asociación gremial de trabajadores del  Subterráneo y Premetro (AGTSyP) llevó a cabo una conferencia de prensa en donde  se relató la situación de conflicto que lleva con la empresa Metrovías y el  Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por la paritaria del 13% en tres tramos  que cerró con la UTA, gremio minoritario en el subte, y allí se reveló la  presencia de asbesto en las formaciones.
      El sindicato denunció que Subterraneos de Buenos Aires (SBASE),  Metrovías y el Gobierno de la CABA estuvieron entorpeciendo la investigación  por la compra de los trenes CAF 5000 y 6000 al Metro de Madrid. Se sospecha que  tienen asbesto y se reportó que dos trabajadores del subte madrileño  fallecieron por asbestosis, un tipo de cáncer causado por la exposición a las  fibras de ese mineral.
  “Pero  nosotros, frente a la sospecha y a la certeza de que habían trenes con asbesto,  fuimos por nuestra cuenta a investigar sobre los otros trenes que están  funcionando en Buenos Aires. Hemos enviado a la Universidad del Sur a hacer una  investigación sobre distintos componentes que tienen estos trenes”, detalló  Roberto Pianelli, Secretario  General de la AGTSyP. El resultado de ese estudio fue la presencia de asbesto  en trenes Mitsubishi de la Línea B, Nagoya 300 de la C, General Electric  Española de la E y en el techo del vestuario del Premetro.
  “En vez de tratar de demonizarnos por televisión, sería más  productivo que intenten sacar este material cancerígeno de nuestro subterráneo  para que nosotros, nuestros compañeros y nuestros compañeros jubilados no se  mueran apenas tengan la jubilación. Estamos muy indignados por la actitud que  están teniendo las autoridades”, denunció Pianelli. “Tenemos dignidad y la  vamos a defender hasta el último momento”, enfatizó.
      Esta  denuncia se suma a la que ya habían realizado los metrodelegados en febrero  pasado cuando se enteraron que los trenes CAF 5000 estaban contaminados con este material  cancerígeno. Esos coches habían sido adquiridos en 2011 por la  administración del entonces jefe de Gobierno, Mauricio Macri, y comprados de  “segunda mano” por la empresa Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) al Metro de  Madrid. Esos trenes comenzaron a circular en la línea B a mediados de 2013, y  en febrero de este año, luego de conocida esta noticia,  gracias a la  pelea de los trabajadores fueron sacados de circulación.
Amianto en el Metro de Madrid, sus consecuencias
El Metro de Madrid está condenado a perder todas las sentencias  por las demandas de los trabajadores y trabajadoras afectadas de alguna manera  por la exposición al amianto. En el futuro habrá bastantes más afectadas y  afectados, de enfermedades leves y graves, por la exposición al amianto a la  que han sido expuestos en su trabajo, sin ninguna o pocas medidas de seguridad,  en los últimos 50 años y hasta nuestros días. No en vano, la Inspección de  Trabajo ya ha condenado a la empresa a pagar una multa cuantiosa (191.000  euros), al entender que no adoptaron medidas suficientes en materia de  seguridad ante la presencia de amianto.
      En el caso de las y los trabajadores, según los protocolos  médicos diseñados, si se van sometiendo a revisiones preventivas periódicas les  queda aún exigir coeficientes de reducción del trabajo; hacer que las  enfermedades se vayan reconociendo como profesionales (si se trata de  asbestosis, cáncer de pulmón, de laringe o mesotelioma); solicitar el recargo  de prestaciones y pedir en los juzgados indemnizaciones apropiadas.
      Las  demandas penales contra los responsables, serían también recomendables, sostuvo  el experto Paco Puche ante  el Grupo Parlamentario de Podemos. Mientras “Los responsables del Metro  aseguran que no existe ningún riesgo de exposición a este material para los  viajeros”
      Una epidemia silenciosa y silenciada
      Como han estado expuestos tantos trabajadores y durante tanto  tiempo, muchos habrán muerto (o enfermado) sin saber que ha sido por el amianto  y sin percibir compensación alguna. Son las muertes ignoradas del amianto que  permanecen en el olvido. Amén de las contaminaciones familiares, sobre todo en  mujeres e hijos, que manejaban las ropas de sus maridos.
      El amianto lleva instalado en el Metro subterráneo de Madrid más  de 50 años. Los materiales que contienen amianto friable (desmenuzable), han  sido una fuente permanente de desprendimiento de fibras o fibrillas invisibles,  que requieren para ser vistas observarlas por microscopía electrónica de  barrido, un tipo de instrumento que puede aumentar la imagen de un objeto hasta  un millón de veces. Se trasladan al aire del ambiente que respiran los  viajeros.
      En la actualidad, los usos del Metro de Madrid son de 50  millones de visitas al mes. En un año suman 600 millones de actos de exposición  a diferentes viajeros. Algunas de esas dosis mínimas terminarán haciendo su  fatal efecto.
      ¿Y en el subte porteño
Sobre la comercialización de vagones contaminados a Argentina
Con la venta de vagones contaminados se han vulnerado dos  mandatos legales. Uno la Orden de prohibición del 7 de diciembre de 2001. En  ella se dice que “Se prohíbe la comercialización y la utilización de estas fibras  (seis minerales) y de los productos que las contengan”.
      Asimismo, se ha vulnerado el Convenio de Basilea (1989) sobre el  control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su  eliminación, ratificado por España el 2 de septiembre de 1994 (BOE 227).
      Dicho Convenio ordena que “los desechos peligrosos y otros  desechos deben eliminarse en el Estado en que se hayan generado.” (Preámbulo);  entendiendo por “desechos” aquellas sustancias u objetos a cuya eliminación se  procede, se propone proceder o se está obligado a proceder en virtud de lo dispuesto  en la legislación nacional (art. 2°), e incluyendo entre los tales aquellos  “que tengan como constituyentes asbesto en forma de polvo o fibras” (Anexo I,  Y36).
      Por lo tanto, corresponde al GCBA iniciar una querella criminal  apoyada por diversos colectivos de afectados (sindicatos, usuarios,  ecologistas) contra los responsables españoles de haber vendido material  contaminado con amianto.
      De la misma manera, ante la comprobación de la presencia de  amianto en el subte de acuerdo al estudio de la UNS, implementar planes de  descontaminación, que incluyan la limpieza por aspiración potente de todas las  instalaciones, para la eliminación de este mineral en toda la red, tanto en el  material móvil como en estaciones y otras instalaciones, aprovechando la inactividad  nocturna y/o el cierre escalonado de estaciones.
      El amianto en el Metro de Madrid y en los subterráneos de Buenos  Aires son un par de casos más, de la grave epidemia que provoca este mineral,  que ha estado ocultada, minimizada y, en muchos casos, ha quedada impune.
      El descubrimiento de la gravedad de lo ocurrido nos hace pensar  que es un momento oportuno para darle difusión a este grave problema, y  emprender un recorrido posible de desamiantado y limpieza del subte de Buenos  Aires y del resto del amianto esparcido en nuestras vidas.
      Como propone el CESE (Comité Económico y Social Europeo), que  trata de erradicar el amianto en toda la UE (a la que tanto se quiere parecer  el gobierno de Cambiemos), con carácter prioritario, en un plazo que no vaya  más allá de 2032. Imitémoslo.
      Mientras el Gobierno, Sbase y Metrovías demonizan a las y los  trabajadores, a las y los metrodelegados y a la organización gremial  mayoritaria en el subte (AGTSyP) con mentiras, represión y criminalización,  esta denuncia (basada en estudios realizados por iniciativa del sindicato ante  la negativa de la empresa a investigar) pone de manifiesto dos cosas. Por un  lado, que a los empresarios y al Gobierno les importa prácticamente nada la  vida de quienes día a día trabajan y viajan en el subte. Por otro, que los  verdaderos interesados en un servicio de calidad, con condiciones de salubridad  y seguridad son las y los propios trabajadores. Por eso a ellas y ellos son a  quienes hay que apoyar y rodear de solidaridad. Si ganan, gana toda la población  trabajadora. (marcha)
