30/08/17
El Premetro cumple 30 años
El 27 de agosto de 1987 comenzó a rodar el Premetro, la primera línea tranviaria construida en Buenos Aires desde el cese de esos servicios en 1963. Ideada como un ramal alimentador de la línea E, históricamente necesitada de pasajeros, recibió modernos coches a poco de inaugurada y rápidamente su crecimiento se estancó. Pasado, presente y futuro de un proyecto inconcluso.
Un proyecto innovador
El proyecto para la construcción del Premetro comenzó a delinearse a pocos meses del retorno a la Democracia. En abril de 1984, Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) manifestó sus intenciones de construir líneas tranviarias que servirían como alimentadoras de la línea E. En aquel entonces estaban en ejecución las obras para poner en funcionamiento las estaciones Emilio Mitre, Medalla Milagrosa y Varela, construidas en conjunto con la Autopista 25 de Mayo y que serían inauguradas durante el segundo semestre de 1985.

      Trazas inicialmente previstas  para las líneas E-1 y E-2, luego modificadas.
La iniciativa de SBASE ganó  un impulso decisivo hacia fines de 1984 con la aprobación por parte del  Concejo Deliberante de la ordenanza 40.324/84,  impulsada por el concejal Roberto Larrosa, vecino del barrio de Villa Lugano e  histórico “puntero” de la UCR en la zona.
      Esta  norma establecía el trazado de la línea E-2, la  única que acabaría construyendo. La traza original, sin embargo, sería  modificada posteriormente al agregarse una estación más a la línea E (Plaza de  los Virreyes), construida en lo que originalmente estaba previsto que fuera la  cochera de esa línea. Allí se construiría una estación de transferencia que  permitiría realizar combinación entre el Subte y el Premetro.
Concepto y objetivos
De acuerdo con la  investigación sobre el tema realizada por Alicia Calvo, la construcción del Premetro  obedeció a objetivos que exceden la cuestión puramente de transporte.
      Según Calvo, el intendente Saguier  tenía el objetivo de densificar la zona sur de la Ciudad con la edificación de barrios enteros  “a los que se dotaría de todos los servicios necesarios, incluyendo el  transporte”. El entonces presidente de SBASE, Nicolás  Gallo, confirmó esto y dijo a  esa autora que “el  recorrido corresponde a un objetivo de colonización […] la gente se instala allí donde  tiene mejor infraestructura; esto formaba parte de un amplio proyecto de  urbanización que tenía el intendente”. Entre ellos se encontraba, por ejemplo,  el “Barrio SBASE”, en el que se construirían viviendas para los trabajadores  del Subte.

      El “Lagarto” restaurado por la AAT. 
Desde luego, los objetivos de transporte, acaso  la más evidente de las explicaciones para la construcción del Premetro, jugaron  un papel fundamental. En diálogo con Calvo, Gallo puntualizaba:  “Lo que se intentaba era mejorar la rentabilidad de la línea E,  la que menor número de pasajeros transportaba […] Los resultados permitían proyectar  un aumento de 35.000 pasajeros, como mínimo, sobre los que ya  transportaba por día la línea E”.
      El ing. Nazar Anchorena, que se desempeñó en varias gerencias  durante los 80 y como presidente de SBASE entre 1996 y 2002, fue director de la  obra y dijo en una entrevista publicada por este medio hace varios años que “el  proyecto era socialmente rentable, pero no comercialmente rentable”.
      Desde la empresa estatal, que entonces operaba el servicio,  defendían la iniciativa aludiendo a su bajo costo: según estimaciones de entonces,  construir un kilómetro de Premetro salía apenas la décima parte de lo que  costaba un kilómetro de Subte.
  Para  Martínez y Agosta, en cambio, la construcción del Premetro -vista como una suerte de prolongación de  la línea E por otros medios- responde  a la repetición de “los errores cometidos […] con la construcción de la línea  E”, es decir, que  ante la escasez de demanda se continúen prolongando las líneas en búsqueda de  pasajeros.
  La  propia SBASE, sin embargo, tenía planes para construir otras  líneas más allá de la E-2. La más avanzada de ellas fue la E-1, que iría al Barrio  Piedrabuena desde  la cabecera de la línea E bordeando la autopista Dellepiane, que jamás pasó de  la etapa de proyecto. Otras trazas estaban en estudio y Gallo confirma la  existencia de “un plan para desarrollar Premetros en diferentes partes de  Buenos Aires”, el  que quedó trunco tras las dificultades económicas del país hacia fines de los  80 y la posterior  privatización del servicio: un derrotero similar al sufrido por la electrificación de la línea  Roca, el otro gran proyecto de transporte de esa década.
  Con  todo, la idea parece no haber sido abandonada del todo sino hasta varios años  más tarde: en 1993, SBASE aún insistía con proyectos para construir Premetros entre Monroe y Puente Saavedra (como prolongación de la línea D) y  entre Retiro y Puerto Madero.
Las obras y la infraestructura
A los efectos de la licitación la obra se dividió en dos tramos. En 1985 se adjudicó el tramo de Plaza de los Virreyes hasta la intersección de Fernández de la Cruz y Larrazábal a un consorcio formado por Techint, SADE, Polledo y Desaci. En abril de 1986, en tanto, se asignó a Benito Roggio, Bacigalupi y De Stéfano y Ormas el segundo tramo, hasta Villa Lugano.

      Un “Lagarto” en pruebas,  durante la construcción de la línea.
Pese a que la norma  sancionada por el Concejo Deliberante preveía la construcción de un circuito de  vía simple (loop)  en Villa Lugano, el  proyecto fue finalmente modificado y se terminaron construyendo dos ramales:  Centro Cívico y General Savio, que son los que perduran hasta hoy en día.
      La  infraestructura de la línea E-2 obedece al tipo de línea tranviaria moderna, o  como consideran los ingenieros Martínez y Agosta “un sistema ferroviario  liviano o metro liviano”. En  algunos tramos la vía corre segregada de la calzada vehicular y cuenta con  infraestructura dedicada (el puente que cruza las vías de la línea Belgrano  Sur, por ejemplo), mientras  que en otros las vías están ubicadas en el centro de la calzada, compartiendo  circulación con  los vehículos automotores.
      La  alimentación es por catenaria aérea flexible, que transmite 750 V de corriente continua. Sin embargo, la  línea de contacto “es bastante más pesada que la de los sistemas ferroviarios  livianos de otros países” ya que se halla preparada para soportar hasta 1500 V,  la tensión utilizada por la red de Subte. La corriente proviene de tres  subestaciones: Mariano Acosta, Soldati y Lugano.
El servicio y el material rodante

      El intendente Suárez Lastra,  en el acto inaugural.
El servicio fue inaugurado el  27 de agosto de 1987, en un acto encabezado por el entonces intendente Facundo  Suárez Lastra, quien meses atrás había sucedido al fallecido intendente  Saguier. A modo de homenaje, la estación de transferencia de Plaza de los  Virreyes fue nombrada en su honor.
      Durante  tres meses el servicio operó de forma experimental y se brindó en forma  gratuita. Debido a que los modernos coches encargados aún no estaban terminados (ver más abajo) y a cierta premura por la  cercanía de las elecciones de septiembre de 1987, se decidió apelar a una solución  provisoria: iniciar las prestaciones con ocho coches La  Brugeoise radiados de la línea A, convenientemente recarrozados.
      Estos  coches, reformados por la empresa Scipioni a un costo de 50 mil dólares de entonces  por unidad, recibieron  el apodo de “Lagartos” debido  a su llamativo color verde. Tras la puesta en funcionamiento de los nuevos  coches, los Lagartos fueron desguazados. En 2004, la Asociación de Amigos del  Tranvía localizó a un coche sobreviviente y lo restauró integralmente: hoy día  forma parte de la flota histórica de la AAT.

      Militantes radicales agitan  banderas en la inauguración de la estación Presidente Illia (5 de octubre de  1987).
La cuestión del material  rodante definitivo era particularmente espinosa. La  ordenanza de 1984 indicaba que debían adquirirse 25 tranviarios coches  articulados, para lo que se llamó a una licitación en 1985. A ella se presentó  un consorcio de empresas nacionales e internacionales (varias de ellas  afincadas en el país), pero termina siendo declarada desierta al comprobarse  que la oferta tenía un precio “queexcedía las posibilidades presupuestarias  de SBASE“.
      En el  transcurso de 1985 se firmó un convenio entre SBASE y las empresas que se habían presentado en la licitación  (entre las que gravitaban con mayor fuerza Materfer y Fabricaciones Militares) para reformular la propuesta. Por  razones de costos, las unidades serían simples y no articuladas. Otra de las  decisiones fue que los coches deberían diseñarse de forma tal que, con  modificaciones, pudieran ser exportados. Adicionalmente, se determinó que los coches debían  compartir partes con los coches Fiat Materfer del Subte, que  habían comenzado a funcionar a principios de los 80 y que al momento de  construirse el Premetro se encontraban en pleno proceso de fabricación.
      Los  coches se construyeron en la planta de Materfer en Ferreyra, Córdoba. Esa  firma estuvo a cargo de la fabricación de los bogies de acuerdo con un diseño  modificado de Acec y Fabricaciones Militares intervino en los bastidores,  mientras que Siemens y AEG proveyeron los motores y los componentes eléctricos  y electrónicos. Cada  uno tuvo un costo de 500 mil dólares de entonces.
      Estas  unidades comenzaron a funcionar a partir de 1988 y son las que aseguran el  servicio hasta el día de hoy. Cuentan  con capacidad para transportar 137 pasajeros (32 sentados y 105 de pie) y una  velocidad máxima de 70 kilómetros por hora. Si bien debían haberse construido  un total de 25, sólo 17 fueron terminadas. Algunas cajas permanecen en el  Taller Mariano Acosta y son utilizadas como proveedoras de piezas  para unidades averiadas.


El potencial del Premetro
Recientemente, el ing. Juan  Pablo Martínez dijo a este medio: “La lentitud, la inseguridad, las  interrupciones, terminan siendo disuasivos para la utilización del servicio [del Premetro]” y remarcó: “Lo que no  puede seguir sucediendo es la evasión de pago y la falta de seguridad”.
      La  comprensión de ambas problemáticas es fundamental para entender la dinámica  actual del Premetro. Hoy en día, cada unidad lleva a un  agente de policía abordo, con lo que la cantidad de tranvías en circulación  depende, en última instancia, de la disponibilidad de agentes de las fuerzas de  seguridad. La  evasión es también un factor a tener en cuenta y acaso explica la supuesta  “baja demanda” de  la que adolece el servicio: de acuerdo con cifras de Metrovías, que mide los  pasajeros pagos desde 1993, el mejor año del Premetro fue 2001, cuando  transportó a 2,9 millones de pasajeros. En 2016, en cambio, transportó poco más  de un millón.

      Cinco flamantes coches de  Premetro, en 1988.
La infraestructura existe y  debe ser aprovechada para extraerle todo su potencial, más allá de las mejoras cosméticas. Con una inversión relativamente  modesta (los  especialistas calculan alrededor de cuatro millones de dólares, algo así como el  costo de apenas dos coches Alstom como los de la línea H) se podría cerrar el loop entre los  ramales Savio y Centro Cívico, lo que disminuiría en un 50% los tiempos de  esperadel tranvía, impactando favorablemente en la cantidad de  pasajeros transportados.
      La  combinación con la línea Belgrano Sur en la estación Presidente Illia también  tiene margen para mejorar: coordinación con los  horarios del ferrocarril y mejoras en el apeadero son apenas dos soluciones de bajísimo costo y  sencilla aplicación. El  mejoramiento del servicio de esa línea ferroviaria y su futura extensión pueden crear una sinergia positiva con  el Premetro.
      Finalmente, tendría  un efecto positivo la extensión de la traza desde sus actuales cabeceras hasta  Puente de la Noria, un importante centro de transbordo donde  convergen numerosas líneas de colectivo. Si bien es cierto que esta obra, que ya estaba prevista hace 30 años -inclusive llegó a firmarse un  convenio con la municipalidad de Lomas de Zamora- tiene un obstáculo  jurisdiccional, la reciente puesta en marcha de la Autoridad de Transporte  Metropolitano (el ente  tripartito integrado por Nación, Provincia y Ciudad) podría significar un  avance auspicioso que favorezca la coordinación y destrabe los impedimentos  para que se lleve a cabo. (nelsubte)
