11/04/16
Ponen más vigilancia en el subte para evitar los grafitis
El Gobierno porteño instaló más cámaras de seguridad y sumó 500 policías para controlar el vandalismo. En los últimos dos años, la Ciudad gastó casi $9 millones para limpiar los vagones dañados.
El vandalismo más común en el subte es el  grafiti y combatirlo fue uno de los desafíos más grandes que se puso la Ciudad  desde hace unos años. Si bien hay cada vez menos pintadas, se destinan  alrededor de $1.800.000 para el mantenimiento de los efectos del arte público.  Por eso, el Gobierno porteño reforzó la vigilancia bajo tierra: instaló más  cámaras de seguridad y sumó agentes de la Metropolitana para controlar la  situación.
      
      Los  problemas tomaron fuerza en 2013, cuando el 90 por ciento de los vagones del  subte estaban vandalizados. Con el deterioro de las formaciones llegaron las  quejas de los usuarios y la escena obligó a implementar un plan anti grafiti,  que también incluyera mejoras de seguridad en la red.
  
  “Los  objetivos de los grafiteros son exhibir su obra en un tren funcionando y  mostrar que burlaron un sistema de control. Por eso, cuando grafitan un coche  lo sacamos enseguida de circulación para limpiarlo”, le dijo a Clarín Juan  Pablo Piccardo, titular de Subterráneos de Buenos Aires (Sbase).
  
      Los arreglos  le costaron casi $9 millones a la Ciudad. Sbase destinó en 2014 $6 millones  para limpiar 97 coches. En junio de ese año, la Policía Metropolitana tomó la  vigilancia de la red de subte y elaboró un informe a partir de una recorrida  por talleres y accesos. Así fue como se detectaron los puntos más vulnerables,  como la estación Primera Junta de la línea A; Juramento, de la D; y el taller  Rancagua, de la B. En ese sentido, las líneas más vandalizadas son la C, la D y  la E. Las primeras no tienen una cochera única y los trenes se reparten en  varios sectores. La otra es vulnerable por sus formaciones antiguas.
  
      Los  operativos empezaron a dar resultados y el año pasado debieron adecuarse la  mitad de los vagones. Los 48 trenes pintados causaron un gasto de $2.900.000.
  
      Para  achicar más la brecha, se ajustaron las medidas de control. “Cerramos mejor los  puntos de acceso más débiles. Pusimos más de 500 cámaras, que son seguidas las  24 horas desde un centro de monitoreo, e incrementamos la vigilancia con 500  policías de la Metropolitana. A los grafiteros se les hizo más difícil entrar.  Si lo logran, las cámaras los detectan y se envía a la Policía”, detalló  Piccardo.
  
      Desde la  Metropolitana aseguran que en el 80% de los casos en los que se producen  intrusiones en túneles y cocheras se logra la detención de los grafiteros. En  esas circunstancias, los atacantes son derivados a la Fiscalía porteña, donde  los imputan por daño agravado, un delito que se sanciona con de tres meses a  cuatro años de prisión. Sin embargo, el fiscal a cargo de cada hecho suele  proponerles cumplir una probation, que incluye, por ejemplo, limpiar los  vagones que pintaron.
  
  
  Varios extranjeros entre los atacantes
  
      A  principios de año se registraron tres casos de extranjeros que fueron detenidos  por pintar subtes en distintos puntos. Por un lado, dos turistas alemanes  llegaron el lunes 11 de enero a la Ciudad especialmente para grafitear. Los  sorprendieron en la estación Juramento, tras atacar un vagón de la línea D. Los  imputaron por daño agravado, pero cumplieron una probation y tuvieron que donar  a una ONG de bien público $2.000, cifra equivalente al daño causado. Una semana  después, otro grafitero, de origen chileno, fue detenido cuando estaba por  pintar formaciones en un taller ubicado a metros de la estación San José de la  línea E. Lo detuvieron con siete aerosoles que no llegó a usar. (La  Razón)
