28/04/15
El patrimonio de la línea B, en su peor momento
La línea ya estaba desmejorada estéticamente, pero su situación empeoró en los últimos meses. Se destruyeron azulejos de 1930, se pintó sobre carteles originales del Subterráneo Lacroze y se tapó todo vestigio histórico. A contramano del mundo y sin planes de restauración: así está hoy la línea B.
El Gobierno de la Ciudad parece haberse ensañado con la línea B. No contento con promover las obras de cambio de alimentación eléctrica a la medida de los cuestionados coches usados comprados al Metro de Madrid, que acabarán desvinculándola completamente del Ferrocarril Urquiza con el que compartía hasta ahora gálibo y alimentación eléctrica, ha emprendido un plan de intervenciones en las estaciones con escaso criterio.
El “Plan de Gestión Cultural y Patrimonial”, a cargo de la esposa del vicepresidente de SBASE, Natalia Orlowski de Gowland, realiza trabajos “con la supervisión de la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico del Gobierno de la Ciudad junto a un equipo de expertos en restauración y conservación de bienes patrimoniales”, según reza en su página web.
En el caso de la línea B, la única cuyas estaciones no están alcanzadas por la protección correspondiente a los Monumentos Históricos Nacionales (MHN), se han realizado varias intervenciones muy reñidas con el concepto de lo patrimonial, como el “mantel” de Medrano -que a los pocos días de terminado se “rompió”-, los árboles de Dorrego o las formas realizadas con materiales “lavables y de larga duración” (sic) en Pueyrredón. Lejos de restaurar el aspecto original de las estaciones, como es tendencia actual en el mundo, la Ciudad ha tapado en el mejor de los casos, cuando no destruido, los azulejos originales de 1930 instalados por la Compañía Lacroze. Si no se quisiera ir tan lejos a buscar ejemplos de restauraciones medianamente exitosas puede mirarse el caso de la línea A, donde un cuidado trabajo le devolvió a muchas estaciones parte de su viejo esplendor.
En la mayoría de las estaciones las intervenciones se limitaron nuevas capas de pintura y motivos artísticos sobre el revestimiento símil granito colocado por Metrovías en los 90, mientras que en Florida directamente se han destrozado miles de piezas de 85 años de antigüedad para colocar unas floridas gigantografías, una obra que inexplicablemente ya lleva más de cuatro meses.
Ahora le tocó el turno a la estación Malabia, donde gracias al retiro de la cartelería diseñada por el Estudio Shakespear en los 90 han vuelto a salir a la superficie porciones de la guarda original y de los carteles cerámicos de la compañía Lacroze -que reflejan la denominación original, Canning-, cubiertos en su mitad inferior con pintura negra en 2012. Pasteur es otra de las estaciones donde se ha roto parte del alicatado original: para colocar unas barras metálicas que sirven de soporte a unos paneles debieron picar la pared.
En Dorrego, en tanto, el retiro de la señalética anterior interrumpió los motivos artísticos pintados hace apenas algunos meses, confirmando la improvisación con la que se manejó el Gobierno en esta área, no pudiendo coordinar ambas obras. (enelSubte)