03/06/13
La línea B sigue abandonada
El  viejo Ferrocarril Terminal Central de Buenos Aires, construído por la compañía  Lacroze, posee características que lo hacen diferente al resto de la red. La  alimentación eléctrica por tercer riel, el gálibo ferroviario con el que fue  construida y el hecho de ser la única línea del subte vinculada físicamente a  una línea de ferrocarril metropolitano le aportan distinción. Hoy, lejos de  presentar un aspecto acorde a tal infraestructura, sufre un importante  deterioro.  La línea B es, según cifras  de la concesionaria Metrovías, el ramal subterráneo que más pasajeros  transporta. Tras su extensión a Tronador y Los Incas, en 2003, se sumó una  enorme cantidad de nuevos pasajeros. En 2011, último año antes del aumento del  pasaje a $2,50, movilizó a más de 88 millones de pasajeros anuales. A efectos  comparativos, puede decirse que esa cantidad duplica la cantidad transportada  en 1993, antes del inicio de la concesión.   Sin embargo, la línea presenta un deterioro general alarmante. Podría  decirse que este estado que se manifestó primero en la "B"  constituiría un preanuncio de lo que luego se vería en las demás líneas. Cabe  señalar que fue en la línea roja donde comenzó a verificarse por primera vez el  deterioro del revestimiento símil granítico colocado por la concesionaria en la  década del 90 como parte de las obras de "modernización" emprendidas.  También fue en esta línea donde comenzaron a  aparecer, primero tímidamente, los graffitis que hoy día cubren la totalidad la  flota de las líneas B, C, D y E. Por caso, sobre el corte rojo y blanco de los  coches Mitsubishi hay pintadas que permanecen inamovibles desde el año 2007,  sin que puedan advertirse intentos de borrarlas.   Las recientes obras de pintura ejecutadas por  contratistas de SBASE, promocionadas con afiches del GCBA que pueden verse por  estos días en las estaciones intervenidas, distan mucho de ser las reparaciones  profundas que las instalaciones necesitan. Por citar un ejemplo, las  filtraciones de la estación Callao no fueron reparadas: sobre la nueva pintura  ya es posible observar las marcas de la caída de fluídos de orígenes  desconocidos. Y no es el único caso: Pueyrredón, Carlos Gardel y Florida, entre  otras, se encuentran también afectadas.  La  incorporación de los coches CAF 5000 y el anuncio de la apertura de las  demoradas Echeverría y Juan Manuel de Rosas, con su respectiva cochera -a diez  años de la apertura de Tronador y Los Incas-, constituye una oportunidad para  que las autoridades se decidan a la recuperación de tan vital recorrido. De la  voluntad que la estatal aplique dependerá que ocurran verdaderas  transformaciones o si todo quedará en el terreno de lo cosmético, como hasta  ahora. (enelSubte)
    
