25/04/13
Los grafitis en el subte ahora se extienden a las estaciones
SQ! Escrita con aerosol en plateado sobre los azulejos de la estación Diagonal Norte de la Línea C, la firma es la abreviatura de “Silver Quiller”. Este nombre también está escrito en el mapa de estaciones. Las pintadas pasan desapercibidas para los pasajeros de un subte que arriba en ese momento. Es que resulta imposible ver a través de las ventanillas de la formación, íntegramente pintada de fucsia y celeste. El 60% de los vagones está igual, reconocen en Metrovías. La actividad es ilegal y controversial. Para muchos se trata de vandalismo. Pero lo que hacen los grafiteros no encaja en la definición de la Real Academia del término: “Espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana”. Para ellos es arte y una forma de expresión. “Pintan cuando el subte está cerrado. Dejamos el puesto de diario a la noche y a la mañana lo encontramos todo pintado”, cuenta Silvia Espinosa, canillita en la estación Diagonal Norte, Monumento Histórico Nacional desde 1997. Los azulejos amarillos y mayólicas azuladas donde el fin de semana pasado alguien pintó “SQ!” son de los años 30. En Metrovías dicen que los grafiteros se quedan escondidos hasta que el subte cierra o que entran de noche, forzando la entrada de una estación. Sus blancos predilectos son los trenes. Es fácil llegar a ellos, porque no hay cocheras para estacionarlos. Sólo la línea A y la H las tienen y por eso sus vagones no están pintados. En las otras líneas, van distribuyendo las formaciones en distintas estaciones. Según Metrovías, el 60% de los 482 vagones de subte y Premetro están grafitados. En total hay 290 que están intervenidos, incluyendo al 80% de los 126 de la línea B; el 80% de los 78 de la C; el 40% de los 90 coches Alstom y el 90% de los Fiat de la D, y el 60% de los 56 de la E. “En la línea B, hay trenes con las ventanillas pintadas y no podés ver el nombre de las estaciones. Da claustrofobia ”, cuenta la pasajera Beatriz Costa. Hasta 2011, los trenes grafitados eran retirados para limpiarlos. En 2012, por la crisis financiera que desató la puja entre Nación y Ciudad por el traspaso del subte, dejaron de hacerlo. Desde Subterráneos de Buenos Aires afirman que ahora la propia empresa estatal está poniendo en valor coches y estaciones y sacando grafitis. Después, un escribano constatará el estado de cada cosa, para que Metrovías se haga responsable de mantener todo tal como lo recibió. “Para los artistas callejeros, las estaciones de subte son un lugar más en la Ciudad, por donde pasan miles de personas –explica Fernando Aíta, de www.escritosenlacalle.com–. En los andenes hacen tags con fibrones anchos o con aerosol. Incluso hay una movida de contenido político crítico”. Una de las fotos del sitio muestra un stencil en la deteriorada columna de una estación: “Che, Metrovías, usá tus billetes, no los guardes”, dice. En los vagones, dejan firmas artistas solitarios o “crews” o grupos. “En los coches se ven tags y bombas, que son firmas vinculadas al mundo del hip hop –detalla Aíta–. Las bombas tienen letras con volumen y colores. El objetivo es que los otros vean esas firmas, como si fuera el código de una tribu. No creo que apunte al público en general, sino que apela a otros que participan en la misma práctica”. Los grafiteros que pintan trenes no dan notas. Un artista que conoce ese mundo, explica: “La cultura de pintar trenes o subtes es la misma que el grafiti ilegal o legal en la calle. Pero un graffiti en tren o subte recorre la Ciudad y es visto muchas más veces que uno en una pared. Por eso se pintan estos fierros en movimiento. Entre grafiteros, el que tiene pintados más trenes o lugares o tiene los grafitis que viajan más, es el mejor”. (Clarín)