16/11/12
Subte A: vagones de madera viejos, inseguros y caros de mantener
Los coches del subte A ostentan todo un récord: son los únicos en el mundo que siguen funcionando casi a punto de cumplir los 100 años. Según como se mire, algunos piensan que son un prodigio, otros que son un despropósito. Lo cierto es que los coches belgas, que todos los días transportan a 200.000 personas, fueron sujetos de una auditoria que aconsejó que fueran retirados del servicio. Mientras públicamente Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner se “tiraban” por la cabeza la administración de los subtes, la Ciudad contrató a la empresa Transports Metropolitans (de Barcelona, España) para que realice una evaluación técnica de toda la red. El informe se dio a conocer esta semana, cuando el Jefe de Gobierno anunció que se hacía cargo de las 6 líneas y el Premetro. Entre otras cosas concluyeron que los coches poseen una “estructura con baja resistencia al fuego y a los impactos, falta de dispositivo de enclavamiento de puertas, un frenado de emergencia obsoleto y un coste de rehabilitación muy alto”. El traqueteo es una de las características de estos coches, como las puertas que se accionan manualmente, las tulipas que envuelven las bombitas de luz y los espejos biselados. En el taller Polvorín , que la empresa Metrovías tiene en Caballito, los llaman “Las Brujas” , la traducción del belga Le Brugeoise. Allí trabajan 140 personas, muchas haciendo una labor artesanal para reemplazar piezas que ya no se fabrican o para desarrollar otras que se adapten a los requerimientos de seguridad: “Poco a poco fuimos reemplazando las antiguas zapatas –que eran de madera de tipa– que frenaban sobre las ruedas. Primero desarrollamos un material para reemplazar la madera y desde hace un tiempo los estamos cambiando por el sistema de frenado con discos, como el de los autos o el del resto de los coches de las otras líneas”, le explicó a Clarín Néstor Pardella, el jefe del taller. El lugar, en Bonifacio y Emilio Mitre, Parque Chacabuco, fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad en 2008 y, como todo lo relacionado con la línea A, comenzó a operar en 1913. Aquí los operarios también moldearon unos topes metálicos para mitigar el crujido de la estructura de madera que poseen los coches. Y a diferencia de los modernos, que se chequean cada 7.000 kilómetros, “Las Brujas” entran al taller cada 3.500 km, es decir cada 20 días: “Y los desarmamos cada 240.000 kilómetros, mientras que a los nuevos Alston los paramos cada 500.000”, detalló uno de los operarios. Relativo a los frenos, estos antiguos coches belgas –la flota es de 95 unidades– no admiten la colocación de un sistema conocido como ATP, que se activa cuando la formación excede la velocidad y frena automáticamente, sin intervención del conductor. “Al revés de lo que parece, estos coches antiguos tienen una sistema de funcionamiento tan primitivo y rudimentario , que es justamente lo que los hace confiables. Su sistema de frenado hace imposible que choquen o que pasen una luz roja”, opinó Ernesto Falzone, de la Asociación Amigos del Tranvía (www.tranvia.org.ar). Todos los fines de semana sacan los dos vagones más antiguos para hacer paseos sobre las pocas vías que quedan a nivel de la calle. Uno de ellos tiene aún los asientos de esterilla original, pasamanos de alpaca, detalles de boisserie en las paredes y las patas de los asientos trabajados como si se tratara de un sillón de estilo francés. “Nosotros, desde hace un tiempo, venimos suplicando que cuando salgan de servicio sean salvados al menos diez coches. El resto se puede reciclar al estado original y venderlos, pueden costar entre 300.000 y 500.000 dólares. Hay muchísimos museos en el mundo que exhiben estas reliquias”, contó Falzone. Antes de que Macri se hiciera cargo de los subtes, la Nación había adquirido 45 coches de origen chino para ponerlos a funcionar en la línea A. Algunos ya llegaron pero aún no hay precisiones sobre cuándo podrán reemplazar a los de madera, porque, entre otras cosas, funcionan a una tensión eléctrica diferente a la que se usa en la A. Después de la evaluación de los españoles –entre otras cosas también consideran que en el taller, “hay varios riesgos críticos para la seguridad de los trabajadores”– Metrovías se manifestó acerca de los resultados del trabajo: “La empresa comparte y considera necesario que se operen algunas transformaciones básicas señaladas en la auditoría”, explicaron. Además del paso del tiempo y el deterioro por su intenso uso, “Las Brujas” también resisten el acoso de los grafiteros. Casi todas están intervenidas y, en muchas, hasta los vidrios quedaron tapados por la pintura de los aerosoles. (Clarín)