15/10/12
El “Plan B” de Macri: si acepta el subte, aumentará la tarifa
El gobierno porteño estudia elevar el valor del viaje en un rango que iría de 3,90 a 5,50 pesos· El "Plan B" macrista prevé además un incremento en patentes, redireccionar fondos de peajes en Autopistas Urbanas y tomar más deuda.
La  negociación entre la Casa Rosada y el gobierno porteño por la transferencia de  las seis líneas de subte y el Premetro podría salir del túnel sin salida que  transita desde principios de año. La señal proviene de la gestión PRO, que  ahora prepara un plan para hacerse cargo de la red y financiar su  funcionamiento con una inédita combinación de aumentos, que incluye un nuevo  valor para el boleto (a 3,90, 4,40 o 5,50), otro incremento en el impuesto  sobre patentes, la utilización de los peajes que recauda la empresa estatal  Autopistas Urbanas y la búsqueda de créditos que no necesiten garantías de la  Nación. Esta nueva matriz bajo estudio no surgirá del presupuesto capitalino y  volverá a cargar los costos de la pelea entre Nación y Ciudad sobre las  espaldas de usuarios y conductores, dos de los principales protagonistas de la  movilidad metropolitana. 
  "Al final, la solución será política y no judicial", advierten en el  entorno del alcalde Mauricio Macri. La confesión proviene de los mismos  funcionarios que durante los últimos diez meses repitieron, por orden del líder  del PRO, que la Ciudad no tenía "nada que ver" con la devolución que  impulsó el gobierno nacional de los trenes subterráneos más antiguos de América  Latina. El 2 de diciembre de 2013, la línea A que une Plaza de Mayo con el  barrio de Flores cumplirá su primer siglo de funcionamiento. Para entonces, la  red de trenes bajo tierra de la Capital revalidará su título de máxima  antigüedad continental. Pero debajo de esos laureles, late una compleja  coyuntura política y técnica que, si no cambia su derrotero, podría transformar  aquel aniversario en un mal recuerdo. 
      El "Plan B", le llaman entre legisladores y ministros. Su hoja de  ruta, descansa en distintos escritorios porteños y sería una alternativa a la  decisión del PRO, hasta ahora intransigente, de negarse a aceptar el metro que  la Nación le quiso devolver a principios de año y que ya fue administrado por  la antigua municipalidad porteña hace 30 años. 
      Para recibir la red, la comuna hizo una serie de reclamos que la Casa Rosada no  quiere aceptar. Entre ellos figuran 1000 millones de pesos para revertir la  debilidad técnica de la red, los avales federales para obtener créditos  internacionales blandos para extender las líneas por 500 millones de dólares,  la resolución de la concesión con Metrovías y los subsidios que la Nación  dejará de poner a fin de año. En su lugar, la Ciudad planea remplazar la falta  de aportes federales, con un nuevo aumento del precio del boleto que podría  llevarlo de 2,50 a 3,90, 4,40 o 5,50, junto a una combinación de aumentos  impositivos y el redireccionamiento de los peajes que recauda Autopistas  Urbanas, una sociedad anónima cuyo 95% pertenece al gobierno porteño. El otro  5% restante está en manos de la sociedad estatal Subterráneos de Buenos Aires  (SBASE), la empresa conducida actualmente por Juan Pablo Piccardo, ex ministro  de Ambiente y Espacio Público de Macri, que junto a otros 30 empleados y ex  barrabravas, sigue procesado por la creación de la Unidad de Control del  Espacio Públicos (UCEP), el organismo dedicado entre 2008 y 2010 a perseguir,  hostigar, golpear y desalojar a personas en situación de calle. Los acusados pasaron  un año sobreseídos, pero la Sala I de la Cámara del Crimen anuló la medida en  abril y los volvió a poner en tela de juicio. 
      Además de SBASE, el otro recurso a utilizar es AUSA. Esta empresa estatal tiene  desde 2009 la explotación de los peajes de las seis autopistas porteñas por 20  años y cuenta con unos 400 millones de pesos anuales para mantenerlas y  realizar obras viales. Ya no paga el 18% que pagaba en concepto de canon por la  explotación, pero debía dedicar el 5% de la recaudación para la ampliación del  subte. El ente está conducido por Guillermo Matta y Trejo, recordado por  autopremiarse en 2010 con 78 mil pesos por las ganancias que obtuvo su  conducción. Antes de llegar a la "gerencia pública", fue gerente del  Grupo Techint, que junto a la empresa Dycassa ganó en 2011 la licitación de las  seis nuevas estaciones de la Línea H, la única de las seis líneas que no opera  Metrovías, sino la Ciudad, a través de SBASE. 
      En el menú de los aumentos de impuestos, el ojo fiscal del PRO planea subir el  impuesto a patentes y buscar vías de financiamiento alternativas a los créditos  internacionales que la Ciudad no puede conseguir, porque la Nación le niega el  aval federal necesario. Si la iniciativa prospera, el paso siguiente es  redefinir la concesión, ya que nadie asegura cuál podría ser la reacción de  Metrovías, que ya anunció que "el subte es porteño" y luego amenazó  con abandonar, "si se terminan los subsidios, porque el servicio no podría  continuar". La advertencia es relativizada por los metrodelegados, que  acusan a la empresa de fraguar balances; pero si Macri acepta, Roggio  descongelaría la pésima relación que mantienen ahora y no se iría del subte,  aunque sus operadores admiten que "ganas no le faltan". Incluso  dentro de la Legislatura varios diputados creen que podría formar parte de un  nuevo modelo de administración, conducido por SBASE, parecido al Metro de  Madrid (MdM), la empresa pública de la comunidad madrileña, operada por un  Consorcio Regional de Transporte que combina el manejo de metros, tranvías,  colectivos, ciclovías y trenes de interurbanos.
      El prestigioso metro español tiene 91 años de funcionamiento y ya exportó  consultorías de know how al Reino Unido y a casi todos los servicios de rieles  bajo los suelos latinoamericanos, incluido el más antiguo de todos ellos, es  decir, el porteño, que recibió "asistencia técnica en mantenimiento basado  en fiabilidad aplicado a Material Móvil para Metrovías" y el  "diagnóstico y reorganización de talleres de primer y segundo nivel de mantenimiento".  Con esos antecedentes en carpeta, Macri se reunió el miércoles pasado con su  colega Ana Botella, alcalde madrileña por el conservador Partido Popular y  autoridad política y administrativa del metro ibérico. 
      Por ahora, en el discurso público del macrismo, el objetivo de máxima sigue  siendo el mismo: negarse a recibir el subte. Pero en rigor, cada vez quedan  menos alternativas para que esa posibilidad tenga éxito, por la compleja trama  judicial y legal que ya le propinó varias derrotas al PRO (ver aparte). Esos  derroteros jurídicos serán un camino caliente e impredecible a partir de 2013,  el año electoral donde los dos antagonistas de la Plaza de Mayo buscarán ganar  los comicios para elegir diputados, senadores y legisladores. En esa arena  política, el estancamiento eterno de la transferencia podría nacionalizarse a  partir de otro paro de trabajadores, igual o peor que la huelga de agosto. Sus  diez días de duración la transformaron en la más larga de la historia del  subte, y el malhumor que generó, dañó la imagen de ambos gobiernos. La  repetición de ese fenómeno, para el año electoral que se avecina, podría ser  letal, por la furia latente de los usuarios, las pésimas condiciones del  servicio y las alarmantes fallas técnicas de seguridad de las formaciones. 
      Ese delicado laberinto le otorga cada vez más fuerza al "Plan B", que  quedaría en manos de SBASE. La empresa fue creada a fines de los '50 y en 1979  la Junta Militar la sacó de la órbita nacional y se la transfirió al intendente  y brigadier Osvaldo Cacciatore. El control duró hasta que el menemismo recuperó  su manejo en manos federales y concesionó el servicio junto al tren Urquiza (en  un mismo paquete) y se lo entregó a la empresa Metrovías, del Grupo Roggio, en  1994. La privatización de la explotación termina en 2017, pero SBASE no dejó de  existir. Se transformó en la poseedora de la red de túneles, vagones,  estaciones y también administra la línea H, que une el Parque de los Patricios  con el barrio de Once. En la actualidad, también es la herramienta pública que  tiene Macri para implementar el acta de transferencia que firmó con la  Secretaría de Transporte el 1º de enero de este año. 
      Con ese horizonte por delante, el destino del Plan B todavía es parecido al  cierre de la negociación por la transferencia del subte: una verdadera  incógnita, a la que le restan 70 días para quedarse sin los subsidios que la  Nación dejará de girar a partir del 31 de diciembre. «
  
      el falso argumento pro
  
      Para el gobierno porteño, no hay forma de aceptar la transferencia del subte  sin un nuevo aumento de tarifas e impuestos para cubrir los 850 ó 1000 millones  de pesos que, según el PRO, costará el mantenimiento de la red. Sin embargo, un  estudio del ex legislador ibarrista y actual auditor porteño Eduardo Epszteyn  demuestra lo contrario y sostiene que costaría casi la mitad.
      Según su análisis sobre el proyecto de Presupuesto 2013 que Macri envió a la  Legislatura, el costo total del subte para el año que viene será de 540  millones de pesos. La cifra surge del remplazo de los 360 millones que la  Nación dejará de enviar, más un aumento salarial del 25% para el año entrante y  el impacto del aumento de la tarifa a 2,50. De acuerdo a ese cálculo, la Ciudad  sólo debería reasignar el 1,44% del gasto total estimado para 2013, que supera  los 37.568 millones de pesos. El documento también refuta los argumentos del  ejecutivo PRO sobre los esfuerzos realizados para la ampliación del subte entre  2010 y 2013. Al respecto, revela que el 54,2% de los fondos invertidos  "surgen del endeudamiento público o de las devoluciones de AUSA por el  dinero obtenido por operaciones de crédito destinadas a subtes que no fueron  realizados por razones de gestión en el momento en que estuvieron  disponibles". Otro 26,5% viene del 5% del ABL y del 10% del impuesto a patentes  destinado por la Ley 23.514 de 1987. Finalmente, sólo el 19% del total  invertido proviene del presupuesto, un dato que "demuestra el compromiso  escaso del ingeniero Macri en la mejora de la red". (DERF) 
