08/06/12
Una empresa inglesa controla la SUBE desde las sombras
Una  empresa inglesa sin oficinas en la Argentina, con un domicilio legal caduco y  con un misterioso pasado en Inglaterra controla la tarjeta SUBE. Se trata de  Global Infraestructure (GI), la firma británica que firmó un contrato por $65  millones con la Secretaría de Transporte. Esta compañía todavía no existía  cuando comenzó la licitación para supervisar el boleto electrónico.  LA NACION comprobó que la firma montó  "oficinas virtuales" en Londres, que ofrece una dirección inexistente  en Buenos Aires y que el Estado le paga cerca de 3 millones de dólares en  salarios aunque su personal no tiene lugar de trabajo. La Secretaría de  Transporte dejó en sus manos el control de la SUBE.  GI encabezó el consorcio integrado por ex  funcionarios y ex asesores de Transporte que ganaron la sugestiva licitación  para supervisar el boleto electrónico, pese a que una reconocida consultora  internacional ofreció una oferta $ 10 millones más económica. Actualmente, la  empresa inglesa está a cargo del "liderazgo técnico" de la operación.  A pesar de su importancia estratégica en el  proyecto, GI no tiene sede en el país: en Tucuman 1 4° piso -dirección señalada  en su página web- funciona un estudio de abogados que atendió la cuenta de la  firma británica apenas desembarcó en el país, pero -según expresaron- ya no  mantiene ningún vínculo. Ese todavía es su domicilio legal en la Argentina.   El liderazgo de GI se fundamentó en el  currículum de Stephen Chandler, consultor británico y dueño de la empresa.  Según consta en su CV, este especialista de 58 años fue vicepresidente de  Electronic Data System, compañía que participó en el desarrollo de la tarjeta  Oyster card de Londres. Chandler es "jefe de proyecto" de la  supervisión de la SUBE. Es decir, es el máximo responsable de las operaciones.  LA NACION reveló que el consultor británico  cobra 40.000 dólares mensuales; casi 2 millones de dólares por los cuatro años  de contrato. Aunque su trabajo requiere ocupación full-time, Chandler alterna  su estadía entre la Argentina y Gran Bretaña, su lugar de residencia.  "Todos los meses pasa un tiempo acá", justificó un allegado del  inglés.  Durante tres semanas, este medio  intentó contactarlo en las oficinas de la supervisión de la SUBE, su lugar de  trabajo en Buenos Aires, pero aclararon que el consultor inglés estaba en el  exterior. "Chandler no tiene un lugar fijo de trabajo", reconocieron desde  el consorcio. "Pasará unos días en Londres", informaron en su  domicilio particular, en el interior de Inglaterra.  Este medio se acercó en reiteradas ocasiones  hasta el palacete estilo francés ubicado en Rivadavia 882, pero no encontró al  "jefe de proyecto" ni a los otros dos empleados extranjeros también  contratados en dólares por la Secretaría de Transporte. Ayer, en una última  comunicación, detallaron que Chandler había regresado al país, pero se negó a  responder.  El consultor británico no es  el único contratado en dólares por Transporte. También Marcela Ashley y Steve  Beer, sus asistentes para controlar la SUBE, fueron empleados en las mismas  condiciones. Como "program assurance", Beer percibió un salario  mensual de 40.000 dólares durante un año. El total de su contrato: 414.120  dólares. Bajo el rótulo de "stakeholders management", Ashley cobró  24.000 dólares mensuales. Su contrato final, por doce meses, asciende a 247.860  dólares.  "Global [Infraestructure]  es Chandler. Acá [en Argentina] son dos empleados: una recepcionista y un  técnico. Beer y Ashley trabajan desde Londres. Como es un trabajo técnico,  directamente ni vienen para acá", dijo una fuente que firmó documentos  importantes de la licitación.  LA NACION  intentó contactarse con Beer y con Ashley para consultarles sobre las tareas  específicas que desarrollan para controlar la SUBE, pero no pudo ubicarlos ni  en las oficinas del consorcio ni en los teléfonos de contacto en el extranjero.  La Secretaría de Transporte tampoco respondió las consultas por GI y sus  empleados.  La supervisión del boleto  electrónico incluye un contrato en pesos y otro en moneda extranjera. El  contrato en dólares es de casi 4,5 millones de dólares. Además de los  millonarios sueldos, el Estado contempla "vuelos internacionales" y  "viáticos". Se estipularon 72 viajes por un total de casi 500.000  dólares.  GI todavía no existía cuando la  licitación para controlar la SUBE ya había comenzado. La sociedad fue inscripta  el 22 de junio de 2009 en el registro oficial de Inglaterra y Gales con un  capital de 100 libras esterlinas.  El  pasado de GI en Inglaterra despierta misterio. Este medio intentó contactarse  con la sede central de la compañía en 78 York Street, Londres, su domicilio  legal y su oficina. Llamó a los distintos teléfonos de contacto pero nunca  consiguió el teléfono fijo. La casa matriz de la empresa no existía.  Según pudo saber LA NACION, la firma alquiló  esa dirección del coqueto barrio de Marylebone como domicilio legal. En ese  mismo lugar funciona una firma que ofrece servicios de "oficinas  virtuales". Alquilan un "domicilio de negocios" en la capital  británica por 40 libras esterlinas al mes, indispensable para recibir  correspondencia. Todos sus clientes comparten el mismo domicilio: 78 York Street.  Con esos mismos datos, GI figura en la Inspección General de Justicia de la  Argentina.  Meses después de su registro  legal en Inglaterra, la firma actualizó su dirección. Lejos de las luces de  Londres, el nuevo domicilio está situado en las afueras de Oxford, en Bicester,  un pueblo que no supera los 29.000 habitantes. (La  Nación)
    
