22/05/12
Presión política sobre Macri, por encima de la discusión salarial
Pese al levantamiento  del paro, la situación en el subte sigue confusa. Pero en el escenario aparecen  ya algunas certezas. Primero, que la resolución del conflicto, al menos hasta  ahora, no pasaba por el aporte económico que pudiera hacer la Ciudad. Segundo,  que aunque no cuentan con la personería jurídica para participar de las  paritarias, los metrodelegados actúan como si la tuvieran y sus decisiones  terminan teniendo tanto o más peso que las de UTA, el gremio oficial.  Hasta la semana pasada, tanto el Gobierno  nacional como los sindicalistas habían elegido un blanco en común: exigían que  el Gobierno porteño se presentara en la mesa de las paritarias, ya que lo  acusaban de no hacerse responsable de los subtes.   A su vez, la concesionaria Metrovías  intentaba mantenerse imparcial, y le reclamaba tanto a la Nación como a la  Ciudad que definieran quién se iba a hacer cargo del servicio. De hecho,  aseguraban que no tenían forma de asumir nuevos costos, como las subas  salariales. Pero tras la conferencia de prensa del miércoles, cuando el  ministro Julio de Vido acusó al grupo Roggio (dueño de Metrovías) de tener  recursos suficientes para pagar los aumentos, la empresa cambió su postura :  aseguró que tenía una oferta económica para los trabajadores, pero que  necesitaba que la Ciudad se sentara a la mesa a negociar.  Macri venía sosteniéndose en su posición.  Afirmaba que el Gobierno porteño no tenía por qué ir a la paritaria porque el  contrato de concesión del subte nunca le fue transferido. De hecho, insistió  con este argumento aún cuando Trabajo mandó a la Policía Federal a  buscar al presidente de SBASE, Juan Pablo Piccardo, para llevarlo por la fuerza  a una reunión.   El discurso del macrismo  fue siempre el mismo: que se trataba de un ataque del kirchnerismo para  condicionar su gestión, tanto como la pelea por la basura y otros temas. En el  PRO entienden que la victimización, por ahora, no se convirtió en un búmeran y  que los porteños los siguen apoyando en su pelea con la Nación.  Pero tres días de paro en  el subte son veneno para la imagen pública de cualquier dirigente. Por eso,  pese a que el domingo lo habían rechazado, ayer Macri le ordenó a Piccardo que  fuera a la mesa.   ¿Cambió en algo que la Ciudad fuera a la  reunión? Piccardo insistió con que el Gobierno porteño no iba a poner dinero.  Aún así, Metrovías hizo su oferta y los sindicalistas la aceptaron. En  definitiva, quedó en claro que la presión sobre Macri era sólo política,  porque, al menos por ahora y en lo salarial, no modificó la discusión  económica.  Tanto como no cambia el  panorama que los metrodelegados sigan sin personería gremial, porque pese a  ello participan de la discusión y tienen el poder para dejar parados a los  subtes. Pero los delegados también tienen sus presiones. Es que algunos de  ellos se acercaron al Gobierno nacional y hasta habrían llegado a acuerdos con La Cámpora.  Hoy no hay paro pero en  agosto se retomaría la   paritaria. Todo quedó para más adelante y en suspenso, tanto  como la transferencia del subte y las inversiones para mejorar la red. (Clarín)
    
