29/06/12
La aventura va en tren
El Tren dels Llacs se adentra cada sábado en la belleza y espectacularidad del paisaje leridano a las puertas del Pirineo
Un sábado cualquiera, a las 10.30, puede empezar una aventura singular. En la estación de ferrocarril de Lleida, en una vía situada a no más de 20 metros de la del AVE, símbolo de la modernidad ferroviaria, suena con estrépito el silbato de un tren de época de color verde que evoca tiempos pasados. Es el Tren dels Llacs (Tren de los Lagos), que está a punto de iniciar uno de los viajes más placenteros que uno pueda imaginarse, un viaje que bordea los pantanos de Sant Llorenç de Mongai, Camarasa, Cellers y Sant Antoni.
El romanticismo de este tren turístico no está en la historia de su locomotora y vagones, rescatados de desguaces por la Asociación para la Reconstrucción y Puesta en Servicio de Material Ferroviario Histórico (ARMF), sino en la belleza y espectacularidad del paisaje leridano por el que corre hasta llegar a La Pobla de Segur, a las puertas del Pirineo. Las vistas panorámicas desde la ventanilla, que sube y baja a gusto del viajero, hacen que trayecto sea una experiencia inolvidable.
Este año, el tren tiene previsto realizar 26 viajes hasta el 29 de septiembre, todos en sábados. La principal novedad es que el convoy de seis vagones -uno de ellos destinado a cafetería con asientos con mesa- no está tirado por la tradicional La Garrafeta, en reparación en los talleres de la ARMF de Lleida. Esta locomotora de vapor de 1960, que despertaba admiración a su paso, ha sido sustituida por otras dos de diesel de 1968. Los seis vagones de los que tira eran en 1950 coches de primera clase y se caracterizan por ser espaciosos y cómodos, algo inusual en los modernos trenes actuales.
La ausencia de La Garrafeta, que solo realizaba el tramo entre Lleida y Balaguer, supone una pequeña decepción para algunos pasajeros que esperaban ver delante del convoy a la locomotora a vapor Beyer-Garratt, una máquina articulada concebida para trazados sinuosos y con fuertes rampas donde se necesita la máxima potencia y esfuerzo. Cataluña fue pionera en la adopción de este sistema y a finales de la década de 1920 se adquirieron ocho unidades. La ARMF es la propietaria de La Garrafeta, construida en 1960 en Bilbao siguiendo un diseño original inglés de 1930. En alguna ocasión, esta locomotora ha tirado del Tren de la Fresa, que une Madrid y Aranjuez.
El Tren dels Llacs está teniendo más éxito del que esperaban sus promotores, Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya (FGC) y la Diputación de Lleida. La pasada temporada registró una ocupación media del 96 %, con un total de 4.518 pasajeros, que reciben un obsequio de bienvenida mientras dos figurantes disfrazados de ferroviarios de principios del siglo XX amenizan la partida y el trayecto que dura dos horas.
Como novedad, este 2012 los viajeros pueden disfrutar durante el viaje de regreso de una degustación gastronómica (coca de recapte, una base de masa fina de pan con verduras, y vino) en Balaguer, en el viaje de regreso, como gentileza del ayuntamiento de la ciudad. El tren turístico utiliza la misma vía que conecta Lleida con La Pobla de Segur, de 90 kilómetros. Esta línea forma parte de un gran proyecto internacional de 850 kilómetros que debía conectar Baeza (Jaén) con la ciudad francesa de Saint-Girons (Ariège), pasando por Albacete, Utiel, Teruel y Lleida. El primer tramo entre Lleida y Balaguer entró en servicio en 1924, pero no sería hasta 1951 que el tren llegaría a La Pobla, donde finaliza el itinerario.
El Tren dels Llacs parte de la estación de Lleida con puntualidad suiza, a las 10.30 horas y con 221 de las 224 plazas disponibles ocupadas. “Si llegas a las 10.31 ya no lo coges”, advierte Nuri, la azafata que atiende a los viajeros durante el trayecto. Hoy, sin embargo, se producirá un hecho que no es habitual. Isabel y Jordi, de Tarragona, han perdido el tren porque pensaban que partía a las 11.00 horas. Han tenido suerte porque unos amigos han advertido a Nuri de la ausencia y el tren los ha esperado casi 15 minutos en Balaguer, la única estación intermedia en la que tiene parada y donde subirá un grupo de jubilados de Valldoreix. “Una anécdota más para contar de este viaje”, señala Isabel con humor.
El itinerario es de lo más variado. Del paisaje uniforme de la fértil huerta y de los extensos campos de frutales de la comarca del Segrià se pasa, una vez superado Balaguer, a una abrupta y espectacular orografía.
Si viajar en este tren ya es un regalo, lo que verán nuestros ojos a lo largo del trayecto un privilegio. Cuando se llega al primer lago artificial, el de Sant Llorenç de Mongai, y a las primeras estribaciones de las sierras de Mont-roig i Montsec, una zona pintoresca, reserva natural de fauna salvaje y paraje ideal para la observación ornitológica, los viajeros se acomodan ante las ventanillas para capturar estampas únicas.
El tiempo parece haberse detenido y las cámaras fotográficas empiezan a echar humo. La velocidad que lleva el tren no es excesiva -60 kilómetros por hora de media-, pero son tantas las emociones que se suceden que casi no da tiempo a digerirlas. De vez en cuando, desde megafonía se informa de los lugares por los que pasa. “Este es un punto de partida para realizar excursiones por el Montsec y un enclave privilegiado para la observación del universo”, se escucha al pasar por a La Baronía de Sant Oïsme, que refleja sobre las aguas de Camarasa su torre circular, estampa de poder medieval.
“Para algunos va muy lento, pero yo preferiría que fuera más lento e incluso que hiciera breves paradas para poder disfrutar de las panorámicas”, propone Jordi, un aficionado a la fotografía de naturaleza. El resto del viaje será un continuo safari fotográfico, solo interrumpido por la entrada del convoy en alguno de los 41 túneles que jalonan el recorrido, el más largo de 3,5 kilómetros.
De repente se hace de noche. Después de superar el primer túnel, el tren, que circula siempre bordeando los lagos y el río Noguera Pallaressa, empieza a desafiar los caprichos naturales y se adentra en el corazón de la montaña. Las muestras de admiración y asombro arrecian entre el pasaje al llegar al lago de Camarasa y al desfiladero de Terradets, paraíso de los escaladores y puerta emblemática de la comarca del Pallars Jussà. Aquí la línea del tren, el río y la carretera C-13 comparten el escaso espacio que queda entre las dos paredes verticales del desfiladero, impresionantes de verdad, de más de 500 metros de altura.
A partir de este punto, el paisaje se ensancha y se vuelve más relajante. El tren atraviesa el pantano de Cellers, con apariencia de lago natural, en cuyo espejo de aguas tranquilas se reflejan los exuberantes bosques de ribera y las cumbres pirenaicas. Es la zona de los dinosaurios, de los castillos medievales y de la majestuosa sierra del Montsec, donde cada piedra explica la herencia viva del paso del tiempo.
Atrás han quedado los momentos de mayor espectacularidad y en los que el tren ha gravitado entre precipicios. Ahora le toca enfilar hacía su destino, La Pobla, aunque el tramo final nos tiene reservadas otras maravillas paisajísticas cuando atraviesa longitudinalmente la lámina de agua del pantano de Sant Antoni.
El viaje se ha convertido en una experiencia paisajística y emocional única. La realidad ha superado todas las expectativas. Es una ruta turística que se puede hacer solo, con amigos y en familia. Las tres modalidades pueden resultar igual de gratificantes si uno se deja llevar por las emociones y se olvida del estrés y las prisas de la vida diaria.
Los pasajeros del Tren dels Llacs son básicamente familias con hijos pequeños y grupos de personas que no llevan mucho tiempo jubiladas y pertenecen a algún club. El 70 % de los viajeros procede de Barcelona y de su área metropolitana y el resto es de Lleida. Los viajeros de Girona y Tarragona son los menos numerosos. Y el porcentaje, por ahora, de turistas personas procedentes de fuera de Cataluña es residual, aunque FGC quiere aumentarlo.
La familia Rius de Barcelona contrató el viaje porque unos amigos se lo recomendaron. “Nos han dicho que vale la pena hacerlo por el paisaje”, señala Carles con su hijo Arnau a cuestas antes de subir al vagón. Han llegado en coche a Lleida porque los horarios de los trenes Avant no se ajustaban a los del tren turístico. Una vez realizado el trayecto de ida explica que la experiencia ha resultado gratificante. “Nosotros también lo vamos a recomendar. Nos ha impresionado todo, pero sobre todo la espectacularidad del desfiladero de Terradets”, añade.
Nueve amigos de Lleida (Dolça, Albert, Marta, Àngel, Anna, María, Almudena, Josep Lluís y Albert) confiesan que es la primera vez que se suben al tren turístico. “Contratamos el viaje con un mes de antelación y no encontramos plazas vacías hasta hoy. Lo que buscamos”, dice uno de los chicos, “es disfrutar del paisaje, desconectar del trabajo diario y pasar un día agradable con los amigos”.
“La experiencia ha sido muy agradable”, explica otro del grupo después de llegar a La Pobla. “El trayecto ha durado dos horas, pero no se me ha hecho largo. El paisaje, espectacular y con una perspectiva diferente a la que se tiene desde la carretera. El viaje está bien organizado, aunque le podrían llamar “El Tren de los Túneles”, añade un tercero.
Si puntual fue la salida, también lo ha sido la llegada al final del trayecto en La Pobla de Segur. Quedan cinco horas para emprender el viaje de regreso. “¿Y ahora qué hacemos?”. Las opciones son quedarse en La Pobla y visitar los pocos atractivos que ofrece la población (el conjunto modernista de Casa Mauri, el molino de aceite, el Museu dels Raiers y la fábrica de licores Portet (con degustación de Ratafía incluida) o contratar previamente en la agencia Pirineu Emoció de La Pobla una excursión por la zona.
Las salidas más habituales son a Salàs de Pallars, villa típica conocida por las tiendas-museo que recrean el comercio antiguo; a Gerri de la Sal, con sus salinas y los restos del monasterio benedictino de Santa María; al museo hidroeléctrico de la Vall Fosca; al castillo de Mur; a la iglesia gótica Valldeflors de Tremp y al Centro de Observación del Universo (COU) de Àger.
Los pasajeros son unánimes al definir el viaje que acaban de realizar: “Corto, intenso, sorprendente e inolvidable”. (El Pais)