09/05/16

 

La decadencia del ferrocarril

 

 

La vertiginosa dinámica de los medios de comunicación masivos a veces contribuye, paradójicamente, a que pasen desapercibidas informaciones de temas relevantes. Un ejemplo cabal tuvo lugar días atrás cuando, en relación con un eventual paro de transportistas, se dijera como al pasar que aproximadamente el 95 por ciento de las mercaderías que se mueven en Argentina lo hace a través de camiones. La afirmación trae obligadamente el recuerdo del ferrocarril, un medio de transporte terrestre que fuera tan importante en el país al punto de que la Argentina tuviera la mayor extensión de vías en América Latina: más de veinte mil kilómetros.

Los ingleses, por cierto, no trazaron las líneas férreas en función de los intereses de nuestro país, pero es indudable que conectaron en forma relativamente rápida y barata las distintas regiones argentinas con la Capital Federal acentuando, de paso, su condición de punto central de entrada y salida de productos. En la década de los años noventa, el menemismo con Domingo Cavallo como brazo ejecutor, demonizó ese medio de trasporte hasta justificar su desaparición en el interior. La excepción fue la ciudad de Buenos Aires y su enorme conurbano en donde es imprescindible por el enorme volumen diario de viajeros.

Lo curioso, e indignante, es que en el último medio siglo los trenes en el mundo entero no hicieron otra cosa que evolucionar y mejorar su función, según lo demuestran a diario los países técnicamente adelantados, con servicios rápidos, cómodos y baratos. Solamente las subordinadas mentalidades de nuestro país siguieron sosteniendo aquella mirada crítica, intencionada y sin fundamento mientras progresaban los trenes en las naciones que, hasta los que denostaron los ferrocarriles en nuestro territorio, consideran como ejemplos. Una condición que se mantiene hasta la actualidad en el llamado primer mundo.

Lo más grave es que esa idea retrógrada arraigó en muchas personas y en los gobernantes que vinieron después y el ferrocarril siguió abandonado a su suerte hasta hace muy poco tiempo en que, especialmente en el conurbano bonaerense, comenzó a revertirse ese desalentador panorama. Si bien en los últimos años del ciclo kirchnerista se advirtió una rejerarquización del ferrocarril, ese impulso tardío no alcanzó, ni muchos menos, para recuperar tanto terreno perdido. Los esfuerzos se concentraron básicamente en la región metropolitana y en el resto del país fue muy poco, casi nada, lo que se hizo.

Las imprescindibles tareas de reparación de vías férreas fueron demoradas o no se llevaron a cabo con lo que la recuperación del servicio fue más una expresión de deseos que una realidad. Hoy nuestra provincia es testigo de ese triste panorama. La llegada del macrismo al poder, con su conocida militancia en favor de la economía de mercado, apertura del comercio exterior y el excesivo énfasis en la producción de servicios, no permite, en principio, esperar noticias alentadoras.
De allí que aquella frase mencionada al principio de esta columna haya pasado desapercibida en un país habituado al engaño y la postergación. (La Arena)

 


Última actualización Lunes 09-May-2016 ---- info@puntaderieles.com.ar / info_punta_de_rieles@yahoo.com.ar