12/08/14

 

Habitante del tren

 

“Yo nací en un tren; jamás me bajé de él. No conozco otro mundo que no sea el de sus vagones y su adormecedor bamboleo, el íntimo rozamiento de sus ruedas, rieles y cadenas, el campo desierto, la línea de postes resecos, o las nubes rojas del horizonte... Todo en él era placentero con excepción del grave paso marcial del guarda nocturno por los pasillos, un hombre gris que escudriñaba los boletos de los pasajeros. Cierta noche en plena infancia el tren se detuvo, desde la escalinata el guarda alzó su linterna roja hacia el maquinista, descendió un pasajero. Enseguida el guarda alzó su linterna verde y el tren arrancó. A través de la ventanilla pude ver el rostro del hombre abandonado con sus maletas, poco antes que lo engullera la sombra de aquel andén solitario. Era mi padre y ya no volví a verlo. Jugaba por esos días en los vertiginosos pasillos, me columpiaba aferrado a las manijas colgantes, o dibujaba con el dedo sobre el cristal de la ventanilla cuando corrían las gotas de lluvia, y descubrí entonces a otros niños en otros vagones y hasta me enamoré de una pasajera del furgón. Mi madre descendió también del tren al poco tiempo y no volví a verla. Con los años, mis hijos y los de la que fuera la pasajerita del furgón, nacieron en el tren. Sin embargo hicieron trasbordo en una estación multitudinaria y tomaron rumbo diverso en otros trenes parecidos. Últimamente me percaté con cierto temor de la manera obsesiva en como me mira el hombre gris; por eso me hice polizón cargando apenas sombra y recuerdos. Me escondo en el tren día y noche, sabiendo que él me busca. A veces en un sueño el guarda me descubre, en otro me veo en el andén solitario. El viaje ha sido muy largo y ahora, algo urgido, decidí dejar escrita la historia en esta libreta…”
Todo lo leía de corrido en pleno viaje al rítmico rodar sobre durmientes flojos. Había hallado, entre el traqueteo, la libreta sucia, amarillenta y cuarteada, entre los fierros del asiento de aquel vagón destartalado y terminaba de leer aquel extraño relato sin firma justo cuando el guarda del tren, un hirsuto hombre gris, extendió su mano exigiendo no el boleto, sino la libreta, clavando sus ojos en ella... (Territorio Digital)


 

 

 


Última actualización Martes 12-Ago-2014 ---- info@puntaderieles.com.ar / info_punta_de_rieles@yahoo.com.ar